Tunja es la capital del departamento de Boyacá. Es una de las ciudades más relevantes, multifacéticas y ricas, histórica y culturalmente, de América Latina. “Tunja es la síntesis del desenvolvimiento histórico de la Cultura colombiana e hispanoamericana” [1], en todas las épocas: precolombina, colonial, independentista y republicana. Cuenta con una población de un poco menos de 203.000 habitantes, una extensión de 121,49 kilómetros cuadrados, una altura media de 2.822 metros sobre el nivel del mar y un promedio de clima de 13oC, que la hacen la capital departamental más alta y más fría de Colombia. Fue una ciudad decisiva en la época de la independencia, no solo porque en su territorio se libró la batalla que consagró la emancipación de la Nueva Granada, sino también porque desempeñó un papel clave en todos los procesos libertarios de la década independentista.

La fundación hispánica de Tunja data del 6 de agosto de 1539. Sin embargo, su historia comienza mucho antes, ya que Hunza –su nombre original en lengua muisca– era una de las ciudades más importantes de la confederación muisca ya que era la capital del Cacicato de los Zaques que tenía territorios hasta el Valle de Tenza, y además tenían una poderosa influencia sobre los cacicazgos de Tundama y Sugamuxi.

En los siglos XVI y XVII fue cuna de ilustres artistas y cultores especialmente asociados a diferentes órdenes de la iglesia católica, de donde deviene la copiosa y diversa arquitectura de las iglesias y claustros de su centro histórico, erigidos sobre templos indígenas, además de su reconocida exuberancia en las áreas de la poesía, la historiografía y la educación. A esa procedencia también hay que agregar la cercanía que la capital boyacense ha tenido siempre con Bogotá, tanto por la corta distancia geográfica que separa a ambas ciudades como por su parecido cultural, que incluso las hacen coincidir en la fecha de celebración de su fundación hispánica, con un año exacto de más antigüedad para el distrito capital.

A comienzos del siglo XIX en Tunja tuvieron lugar dos notables resoluciones tomadas por los líderes civiles y eclesiásticos de la ciudad descontentos con las decisiones, indecisiones e injusticias cometidas por el gobierno español, que ya desde finales del siglo XVIII había perdido terreno en la aceptación de sus colonias. Esas revueltas y organizaciones revolucionarias compuestas por el pueblo y las élites cultas tomaron mucha más fuerza a partir de la invasión napoleónica a España en 1808. Las decisiones tunjanas fueron sancionar la Constitución de la República de Tunja y proclamar la independencia absoluta de España de la Provincia de Tunja, el 9 de diciembre de 1811 y el 10 de diciembre de 1813, respectivamente. Ambas dieron lugar y fuerza al Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, presidido por don Camilo Torres.

Ante él se presentó Bolívar a finales de 1814 para hacer una relación de los resultados de sus campañas militares en Venezuela. Luego de la rendición de cuentas de triunfos y derrotas, recibió el apoyo del congreso para continuar su labor como máximo general de los ejércitos libertadores de la patria. Volviendo del triunfo final en el Puente de Boyacá, esa gentileza general del pueblo tunjano, representada gratamente en sus egregios dirigentes, le valió a Tunja estas palabras y el bello apodo de “cuna y taller de la libertad”:

¡TUNJA! Esta ciudad es heroica; en ella la reacción del espíritu ha sido proporcionada a la opresión terrible de tres años. El clero secular y regular, los monasterios de religiosas, los funcionarios, los viejos, los niños, los pobres, las mujeres, hasta los moribundos, se han acercado a mí enajenados y me han abierto su corazón. Yo no he hallado en todo esto el lenguaje de la lisonja, sino la expresión del candor y del sentimiento de los bienes que trae consigo la libertad. En este pueblo, entusiasta de sus derechos sin afectación, he visto el foco del patriotismo, y creo que será el taller de la libertad de estas provincias [2].

Ese agradecimiento no cubre solamente la participación de Hunza en los actos bélicos de 1819, sino también en las agitadas revueltas previas que le valieron la vida a hombres igual de valientes pero menos famosos que los que lideraron el alzamiento en los campos de batalla. Especialmente Bogotá, Tunja y Villa de Leyva se convirtieron en escenarios donde, a tenor de las temibles órdenes de Pablo Morillo y del virrey Juan de Sámano, en el marco del Régimen del Terror, diplomáticamente conocido como época de la Pacificación y la Reconquista, fueron fusilados líderes políticos que exasperaban a la corona por ser persuasivos pregoneros de la libertad. Entre ellos se encuentran José Cayetano Vásquez y Juan Nepomuceno Niño, quienes murieron en otro lugar sagrado para la historia de la patria: el Paredón de los Mártires, en el circuito patrimonial del Bosque de la República.

Referencias

  1. OCAMPO LÓPEZ, JAVIER, Tunja. Esencia de la cultura hispanoamericana. Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1989, p.5
  2. CORREA, RAMÓN, Monografías de los pueblos de Boyacá. Tunja, Publicaciones de la Academia Boyacense de Historia, 1987, Tomo I, p. 13

Bibliografía

  • CORREA, RAMÓN, Monografías de los pueblos de Boyacá. Tunja, Publicaciones de la Academia Boyacense de Historia, 1987, Tomo I.
  • OCAMPO LÓPEZ, JAVIER, Tunja. Esencia de la cultura hispanoamericana. Tunja, Academia Boyacense de Historia, 1989.

Véase también

Proyecto:Bicentenario

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Créditos

Centro Cultural del Banco de la República de Tunja, 2020.