Las personas y las sociedades suelen adoptar como su patrimonio toda clase de expresiones culturales. Fiestas, músicas y recetas de cocina, edificios y monumentos, objetos de antiguos próceres o la foto de una madre o una hermana tienen el poder casi mágico de convertirse en símbolos de un grupo, de representar vínculos comunes de memorias e identidades compartidas.

Cuando las personas se unen emocionalmente en torno a objetos, lugares o celebraciones le dan valor y sentido a su patrimonio.

Los objetos arqueológicos son un patrimonio cultural de la Nación colombiana porque dan testimonio del pasado y el presente del país. Como su valor cultural es excepcional, la Constitución y las leyes prohíben su compra, su venta y su exportación. El Museo del Oro del Banco de la República de Colombia conserva, investiga y divulga una importante colección de objetos pertenecientes al patrimonio arqueológico de la Nación.

Como estos objetos, lugares y vestigios son de todos, estas páginas nos acercan a entender su importancia, su historia, la legislación, e invitan a que cada uno de los colombianos se enorgullezca de ser dueño del patrimonio arqueológico y se convierta en su mejor defensor.

La gente detrás de los objetos

¿Qué es el patrimonio cultural?

El patrimonio cultural es el hogar de la memoria colectiva, aquello que hace que la gente se sienta parte de un barrio, de una ciudad, región o nación, es decir, de una sociedad. Es un conjunto de elementos, materiales e inmateriales, que conectan a la gente con su pasado, la identifican en el presente y la proyectan hacia el futuro. A través del patrimonio cultural los grupos sociales transmiten su memoria y combaten el olvido.

El patrimonio arqueológico transmite el legado de las sociedades. Los artefactos que se han podido preservar hasta hoy, delicados, de sofisticadas formas y poderoso simbolismo, ofrecen la imagen de sociedades diversas, con especialistas de la labor artesanal y una elevada vocación de perfección. El Museo del Oro explora los saberes, habilidades, técnicas y procesos contenidos en el patrimonio arqueológico orfebre de la Nación colombiana.

Hecho a mano: la artesanía

La orfebrería, como toda labor artesanal, es una actividad que implica un profundo conocimiento individual y colectivo. Transformar elementos de la naturaleza en elementos de la cultura requiere de un largo proceso de acumulación y transmisión de saberes técnicos y simbólicos. Los artesanos de la orfebrería prehispánica aprendieron su oficio adquiriendo destrezas técnicas y habilidades cognitivas, corporales y afectivas, de gran complejidad.

Los saberes prácticos

Conocedores de las propiedades de los metales, dueños del oro, el cobre y el platino, los metalurgos eran sabios y diestros para trabajar muchos otros materiales: arcilla y cera de abejas para hacer moldes, fuego para controlar la temperatura, arenas, ácidos y resinas para el pulimento y terminado de los objetos. La autoridad del maestro, la autonomía del investigador y la persistencia del aprendiz eran valores esenciales de ceramistas, orfebres y otros artesanos.

El objeto redescubierto

Ofrendados hace siglos, colocados en una sepultura o simplemente abandonados, los objetos del pasado terminaron cubiertos por distintas capas de suelo con el paso del tiempo.

Los arqueólogos excavan meticulosamente los estratos de tierra para conocer sobre las sociedades del pasado, la gente detrás de los objetos. Como detectives, registran cada paso de la excavación para interpretar el uso y significado que tuvo cada objeto. Cuando los guaqueros o aficionados alteran los sitios arqueológicos, se pierde para siempre la información del contexto.

Patrimonio arqueológico colombiano

En Colombia el patrimonio arqueológico son todos los vestigios de la gente que vivió en épocas pasadas. Además de los objetos prehispánicos, son patrimonio arqueológico las antiguas áreas de habitación, terrazas de cultivo, caminos, cementerios, restos animales y vegetales, y arte rupestre. Los vestigios de las épocas colonial y republicana e incluso de épocas más recientes también son patrimonio arqueológico.

Los vestigios y contextos arqueológicos no requieren declaratoria para ser reconocidos como patrimonio de la Nación, a diferencia de las demás expresiones del patrimonio cultural.

“El patrimonio arqueológico comprende aquellos vestigios producto de la actividad humana y aquellos restos orgánicos e inorgánicos que, mediante los métodos y técnicas propios de la arqueología y otras ciencias afines, permiten reconstruir y dar a conocer los orígenes y las trayectorias socioculturales pasadas y garantizan su conservación y restauración”. Ley 1185 de 2008.

¿De quién es el patrimonio arqueológico?

El patrimonio arqueológico colombiano pertenece a la Nación: todos y cada uno de los colombianos tiene derechos y deberes frente a él. Así lo establece la Constitución colombiana en sus artículos 63 y 72. Ninguna persona o institución privada o pública puede reclamar ser dueña de los objetos del patrimonio arqueológico. Su propiedad es colectiva y por eso no solo incluye a todos los colombianos del presente, sino también a las generaciones futuras.

El patrimonio arqueológico ni se compra ni se vende

En Colombia está prohibida la compra y la venta del patrimonio arqueológico. Su valor no puede ser expresado en dinero pues ninguna cifra equivale a su significado histórico y cultural, ni a su poder excepcional para guardar la memoria colectiva del país.

Aún hay quienes erróneamente piensan que el patrimonio arqueológico colombiano puede ser comercializado.

Pero estos objetos no pueden participar en el mercado porque, como nuestra historia, no son propiedad privada de nadie: su naturaleza colectiva impide que una persona se apropie de lo que nos pertenece a todos los colombianos.

La arqueología preventiva

El Instituto Colombiano de Antropología e Historia – ICANH vigila la investigación arqueológica en el país y es responsable del inventario arqueológico de la Nación. Supervisa que los grandes proyectos de infraestructura tengan un Plan de manejo arqueológico antes de iniciar sus trabajos.

Cuando en el desarrollo de una obra se encuentra un contexto arqueológico, éste se debe excavar de acuerdo al plan establecido. Esta metodología de trabajo ha permitido aumentar el conocimiento sobre nuestro patrimonio arqueológico.

El patrimonio arqueológico en sus manos

Si el patrimonio arqueológico pertenece a la Nación, ¿qué ocurre con las personas e instituciones que han conservado durante años objetos arqueológicos? La ley colombiana los denomina tenedores de bienes arqueológicos. Ser tenedor no equivale a ser dueño de los objetos, sino su salvaguarda. Cualquier persona que tenga objetos del patrimonio arqueológico tiene la obligación de cuidarlos y cumplir la ley que los protege.

Para legalizar esta tenencia, usted debe hacer el registro de los bienes ante el ICANH. El registro contribuye a que el patrimonio arqueológico cumpla su misión: conocer los objetos del pasado y preservar la memoria colectiva del país. La ausencia de este registro autoriza al ICANH a decomisar y entregar el patrimonio arqueológico a un tenedor que sí cumpla con las obligaciones establecidas.

El patrimonio arqueológico donde tiene sentido

En los museos y centros de investigación, los objetos del patrimonio arqueológico cobran todo su sentido social: pueden ser disfrutados y explorados por muchas personas y producen conocimiento científico sobre el pasado que compartimos todos. Si una persona tiene objetos que son de todos, y por ende tiene la responsabilidad de cuidarlos y responder por ellos a todos los colombianos, puede entregarlos al cuidado de una institución como el Museo del Oro. Contáctenos y lo asesoraremos para expresarle esta intención al ICANH: wmuseo@banrep.gov.co

Esta página retoma el contenido de la exposición temporal Museo del Oro, una mirada desde el patrimonio arqueológico que se presentó en el Museo del Oro de Bogotá del 1 de agosto de 2012 al 21 de abril de 2013.

El patrimonio en la historia

Los objetos arqueológicos colombianos no siempre han sido reconocidos como patrimonio y no en todas las épocas han sido símbolos de una identidad compartida. Fueron tesoros para los conquistadores; ídolos paganos para los evangelizadores; curiosidades para los exploradores; guacas para los guaqueros o saqueadores de tumbas; monumentos para los historiadores; antigüedades para los coleccionistas, y los actuales arqueólogos los consideran evidencias.

Cada uno de estos nombres encierra significados y prácticas diversas sobre el patrimonio arqueológico. Desde los tiempos de la Conquista hasta hoy, estos objetos han sido conservados y destruidos, investigados y abandonados, despreciados y admirados. Su trasegar refleja el de la construcción de las narrativas de nuestra memoria y nuestra identidad como país.

El jaguar, demonio para los españoles

Los evangelizadores españoles de la Conquista veían al jaguar como un ídolo usado por los indígenas para rendir culto al diablo. Esta errónea relación entre el diablo de los católicos y el jaguar amerindio llevó a la Corona a ordenar la destrucción de la cultura material asociada al gran felino americano.

Leocadio María Arango 1831 – 1918

Leocadio Arango fue un comerciante adinerado de Medellín que reunió una importante colección de objetos arqueológicos. Como anticuario, con la Academia Antioqueña de Historia publicó en 1904 el catálogo de su colección, a la que consideraba “de grande interés para el conocimiento de las costumbres, las relaciones y el grado de civilización en que se encontraban las distintas razas y naciones que poblaban la América Central y del Sur antes de la conquista”. En 1942, el Banco de la República adquirió buena parte de su colección de orfebrería para el Museo del Oro.

Inventando a los quimbayas

Los letrados eran expertos en antigüedades y las consideraban como libros sin letras de la historia del pasado prehispánico. Vicente Restrepo y su hijo Ernesto Restrepo Tirado, letrados y coleccionistas antioqueños, escribieron ampliamente sobre “los quimbayas”. Imaginaron esta sociedad como un ejemplo de civilización en el pasado prehispánico colombiano debido a la sofisticación de su orfebrería.

La civilización chibcha

Durante el siglo XIX, el pasado prehispánico jugó en Colombia un papel fundamental en la construcción de una identidad nacional. La idea de una supuesta civilización chibcha nació para crear una continuidad histórica entre los muiscas precolombinos y la naciente república colombiana. La supuesta superioridad moral de los chibchas partía de un prejuicio geográfico: las tierras frías del altiplano favorecerían la civilización, mientras que las tierras bajas y cálidas serían morada de bárbaros y salvajes. Se sumaba la idea de que los chibchas habían desarrollado la escritura y un elaborado calendario.

Los museos, guardianes del patrimonio

El Museo Nacional de Colombia

Con la creación del Museo Nacional de Colombia en 1823, el país vivió el nacimiento del museo público. Después de la independencia, se debatía sobre la construcción de la nación: el Museo serviría para guardar la memoria y la historia.

En el siglo XIX, ante las continuas guerras civiles, se toma conciencia de la necesidad de poner a salvo el patrimonio nacional, y el Museo se convierte en el espacio ideal para desarrollar esta misión. El 9 de abril de 1948, día del asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el Museo estrenó sede en el edificio del panóptico.

Durante casi dos siglos, el Museo Nacional ha conservado y exhibido objetos del patrimonio arqueológico.

El Museo del Oro del Banco de la República

En la década de 1930, el Banco de la República de Colombia empezó su compromiso por preservar el patrimonio arqueológico del país: en 1936 la agencia de compra de oro en Honda adquirió una pieza de orfebrería, pero se abstuvo de fundirla. En los años siguientes, el Banco compró otros objetos, que se guardaron en una caja fuerte en Bogotá.

Según un acta del Comité Ejecutivo del Banco de la República de Colombia, en marzo de 1939, el Ministerio de Educación le envía una carta a este Comité en la que le pide “que trate de comprar, para conservarlos, los objetos de oro o plata de fabricación indígena y de época precolombina, los que el Ministerio compraría por su valor material y le presenta un jarrón de oro, de muy perfecta factura, que ofrece en venta la señora Magdalena Amador de Maldonado”. En mayo, el Gerente del Banco transmite a la Junta Directiva la propuesta del Ministerio, quien decide adquirir la pieza conocida hoy como “poporo quimbaya”, que se convertiría en la piedra fundacional de la colección de orfebrería que daría origen al Museo del Oro.

Durante la década de 1940, bajo este mismo principio, el Banco de la República de Colombia comenzó a adquirir objetos arqueológicos de colecciones privadas, como las de la librería bogotana El Mensajero, Leocadio María Arango y Santiago Vélez. En 1968 se inauguró un edificio diseñado para la exhibición del Museo del Oro donde trabajaría una planta de arqueólogos, arquitectos, restauradores y educadores. Desde entonces comenzó a delinear su actual misión:

“Incrementar, preservar, investigar, catalogar y dar a conocer sus colecciones arqueológicas de orfebrería, cerámica, lítico y otros materiales, como un patrimonio cultural de las generaciones actuales y futuras de colombianos, con el fin de contribuir al fortalecimiento de la identidad cultural de los colombianos a través del disfrute, el aprendizaje y la inspiración”.


Oro colombiano en manos extranjeras, un artículo del Boletín Cultural y Bibliográfico


Los museos: espacios para la investigación y la divulgación

Los museos son verdaderos guardianes del patrimonio arqueológico y lo cuidan en nombre de todos los colombianos. Son sus mejores salvaguardas, pues no solo tienen el personal y las herramientas adecuadas para conservarlos, sino que además lo investigan y divulgan.

A través de la lente: arqueología y conservación en los museos

Los arqueólogos llevan los objetos y muestras excavados a un laboratorio para analizarlos. Especialistas de distintas disciplinas trabajan en conjunto para extraer la mayor información sobre las sociedades del pasado.

El envejecimiento natural de los objetos arqueológicos se acelera desde que son excavados. Los conservadores se encargan de estabilizar las piezas sin modificar su estructura original para hacer más lento su deterioro.

Patrimonio de la humanidad

El patrimonio mundial

Algunos elementos excepcionales o muy significativos del patrimonio de una sociedad pueden llegar a ser considerados como un legado de toda la humanidad. Con el espíritu de generar conciencia planetaria sobre el patrimonio, la Unesco impulsó en 1972 la Convención sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural que dio origen a la Lista del patrimonio mundial en donde se registran sitios con un valor universal excepcional.

Colombia se adhirió a la Convención en 1983 y actualmente tiene siete sitios incluidos en la Lista, dos de ellos del patrimonio arqueológico de la Nación: los parques arqueológicos de San Agustín en el Huila y de Tierradentro en el Cauca.

San Agustín y Tierradentro: patrimonio de la humanidad

En 1995, los parques arqueológicos de San Agustín y Tierradentro fueron incluidos en la Lista del patrimonio mundial de la Unesco. La escultura agustiniana y los hipogeos de Tierradentro fueron incluidos por “aportar un testimonio único, o al menos excepcional, sobre una tradición cultural o una civilización viva o desaparecida”.

Estampilla conmemorativa Estampilla conmemorativa

San Agustín: inspiración para la Nación

Los guardianes de piedra de San Agustín están a cielo abierto en el imponente paisaje del Alto Magdalena. A comienzos del siglo XX, los intelectuales colombianos notaron con preocupación la pérdida y deterioro de varias estatuas.

Ante esta situación, en 1931 el país creó el Monumento nacional del Alto Magdalena y San Agustín mediante una ley de protección del patrimonio arqueológico. Ésta sancionaba a quienes dañaran y exportaran las estatuas y autorizaba al Estado comprar terrenos para un parque arqueológico.

Los hipogeos de Tierradentro

Viviendas para los muertos con escaleras de caracol, los hipogeos de Tierradentro, labrados en toba volcánica, fueron investigados por primera vez en 1937 por Gregorio Hernández de Alba. Su trabajo reveló al país la belleza extraordinaria de unos monumentos desconocidos.

Apoyado por la legislación que protegía a San Agustín, Hernández de Alba lideró una extensa labor de divulgación para valorar y proteger el patrimonio arqueológico.

Hipogeo

Ciudad Perdida

El Parque arqueológico Teyuna, conocido como Ciudad Perdida, se extiende entre los 900 y los 1200 msnm por la vertiente norte de la Sierra Nevada de Santa Marta. Actualmente es un sitio arqueológico muy visitado que se ve amenazado por el turismo irresponsable. Aunque no está incluido en la Lista del patrimonio mundial, la Unesco reconoce la Sierra Nevada de Santa Marta como Reserva de la biósfera de la humanidad.

Paisajes culturales

Desde 1992, la UNESCO reconoce los paisajes culturales como patrimonio de la humanidad, tomando en consideración las relaciones entre el ser humano y la naturaleza. El sistema de canales para manejo de aguas construido por los zenúes es un paisaje cultural que podría ser candidato para la Lista de la Unesco.

Ser parte de esta lista tiene un riesgo: si bien se destinan recursos para su protección, se convierten en atractivos turísticos que terminan por poner en peligro su conservación y su identidad.

El patrimonio en peligro

El patrimonio en la guerra

El patrimonio cultural ha estado siempre amenazado por la guerra. Atacar las expresiones materiales de la cultura inflige una lesión moral profunda en las sociedades. Destruir monumentos, edificios y paisajes arqueológicos, y saquear museos y bibliotecas son acontecimientos dolorosos: más que una pérdida material, las personas sufren una agresión a su memoria y a su identidad.

La destrucción del patrimonio cultural durante la Segunda Guerra Mundial llevó a la creación en 1954 de la Convención para la protección de bienes culturales en caso de conflicto armado. Este acuerdo internacional establece, hasta nuestros días, que los bienes del patrimonio cultural, y en especial el patrimonio arqueológico, no pueden ser objetivos militares. Pese a ello, hoy en día continúa la destrucción intencional del patrimonio cultural, una expresión de intolerancia frente a la diversidad y el espíritu de los pueblos.

El saqueo de Malagana

El contexto arqueológico es el conjunto de evidencias materiales y de información que se pueden obtener en las excavaciones científicamente desarrolladas. Cuando los sitios arqueológicos no son excavados sistemáticamente sino que son saqueados, la información sobre el contexto se pierde para siempre. En 1992, un trabajador de la hacienda Malagana, en Palmira, encontró piezas prehispánicas de orfebrería. Este hallazgo desató una fiebre del oro; durante tres meses, más de cinco mil personas extrajeron de las tumbas máscaras de oro como estas y otros objetos. La guaquería destruyó para siempre el contexto y la posibilidad de reconstruir la historia. Muchos objetos salieron clandestinamente del país.

Saqueo en Malagana (Palmira, Valle del Cauca). Fotografía de Marianne Cardale.

El tráfico ilícito

El tráfico ilícito de bienes culturales ocasiona el empobrecimiento de la memoria de una sociedad pues las personas desconocen el paradero de su patrimonio y no pueden disfrutar de él. El mercado ilegal de bienes arqueológicos estimula el saqueo de los sitios antiguos lo que altera irreparablemente el contexto arqueológico. Para combatir este delito, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura —Unesco— expidió en 1970 la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, la exportación y la transferencia ilícita de bienes culturales.

Recuperar el patrimonio

El tráfico ilícito del patrimonio cultural es el cuarto comercio ilegal más lucrativo en el mundo. Ninguna cifra expresará jamás el verdadero valor de estas piezas como patrimonio ni la enorme pérdida que significaría para el país su comercio ilegal.

Incautación DIJIN

El Instituto Colombiano de Antropología e Historia —ICANH— lidera los esfuerzos estatales para recuperar los objetos arqueológicos que se encuentran ilegalmente en manos de comerciantes o salieron ilícitamente del país. Con la colaboración de la Policía Nacional de Colombia, ha llevado incautaciones en galerías de arte y a coleccionistas privados que venden el patrimonio. Con los ministerios de Cultura y de Relaciones Exteriores, ha repatriado piezas que circulaban como objetos de arte en el extranjero y se vendían en las casas de subastas.

==Preguntas frecuentes sobre el patrimonio arqueológico de la Nación

¿De quién es el patrimonio arqueológico?

Los objetos arqueológicos son un patrimonio cultural de la Nación colombiana porque dan testimonio del pasado y el presente del país. Son propiedad colectiva de todos los colombianos, incluso de las generaciones futuras, y no de quien los encuentra o los tiene. Como su valor cultural es excepcional, la ley prohíbe su compra, su venta y su exportación comercial. Nadie puede comprar o vender lo que nos pertenece a todos.

¿Cuál es el valor de un objeto arqueológico?

Puesto que en Colombia está prohibida la compra y la venta del patrimonio arqueológico, su valor no puede ser expresado en dinero. Ninguna cifra equivale a su significado histórico y cultural, ni a su poder para simbolizar y guardar la memoria colectiva de nuestro país. Vender o comprar el patrimonio arqueológico es un delito.

¿Puedo tener objetos arqueológicos?

La ley otorga a los particulares el derecho a ser tenedor del patrimonio arqueológico de la Nación. Pero exige el deber y la responsabilidad, frente a todos los colombianos, de cuidarlo para las generaciones actuales y futuras y de registrarlo ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), entidad que en todo momento puede pedir que se demuestre ese cuidado. El 12 de marzo de 2013 venció un nuevo plazo que el ICANH había dado para el registro de objetos arqueológicos por personas particulares.

¿Pero no deberían estar en un museo?

Los museos son guardianes del patrimonio: lo conservan, lo investigan y lo dan a conocer para el disfrute de todos. En ellos el patrimonio de todos adquiere su sentido. Si usted tiene objetos arqueológicos y quiere que el Museo del Oro los conserve, investigue y divulgue, contáctenos (enviando fotos) y lo asesoraremos para expresarle esta intención al ICANH. Éste acepta actualmente que los particulares entreguen los bienes a museos o centros de investigación para que estos los registren y cuiden.

¿Qué hago si encuentro un sitio arqueológico?

Si encuentra una “guaca” o evidencia arqueológica como artefactos, restos, tumbas u ofrendas, debe avisar inmediatamente al ICANH o a las autoridades civiles más cercanas. No manipule el sitio, pues destruir el contexto arruina la posibilidad de conocer el pasado a través de la arqueología.


Lea la noticia [Manuel Parada, un guía enamorado del patrimonio]: la historia de una entrega de piezas al Museo del Oro


Hay todo un cambio de mentalidad involucrado en esta nueva legislación colombiana (Ley 1185 de marzo 12 de 2008, Decreto 833 del 26 de abril de 2002), pero tiene todo el sentido y nos podremos acostumbrar: ya no se fuma en los cines ni en los buses, ya no se conduce en estado de embriaguez, ya no se vende el patrimonio que nos pertenece a todos, se lo disfruta en los museos. Sin duda al leer las siguientes páginas usted disfrutará mejor el patrimonio cultural colombiano.


Referencias

Instituto Colombiano de Antropología e Historia- ICANH [1]

Observatorio del Patrimonio Cultural y Arqueológico- OPCA [2]

Fundación Erigaie [3]