La Batalla de Bomboná en los anales de la historiografía del Centro de Historia de Pasto[1]

Descriptor

El presente artículo tiene por objetivo presentar un breve balance historiográfico sobre aquellas obras y trabajos que los miembros del Centro de Historia de Pasto publicaron entre 1910 a 1954, en torno a la Batalla de Bomboná. En este recorrido se esclarece tanto aquel lugar social desde el cual se edifica la producción historiográfica de este sur, como también las condiciones contextuales que conllevaron a la construcción de versiones particulares sobre el decurso de la gesta y los propósitos a los cuales estas se abocaban. A su vez se perfilan las diferentes tendencias interpretativas que relataron la batalla.

Abreviaturas

CHP: Centro de Historia de Pasto

ANH: Academia Nacional de Historia

BEH: Boletín de Estudios Históricos

RV: Revista de Historia

Introducción

La Batalla de Bomboná (7 de abril de 1822), al igual que otros acontecimientos históricos de relevancia regional y local, como lo fue la derrota de Nariño en los ejidos de la ciudad (1814), los sucesos desarrollados en el 24 de diciembre de 1822 o la Batalla de Cuaspud en época republicana (6 de diciembre de 1863), entre otros, pueden definirse como “enunciados singulares existenciales” (Mendiola, 2018), es decir, acontecimientos históricos que sin detenernos en el lente hermenéutico dado por los enfoques historiográficos que los abordan o de los objetivos e intencionalidades puestos a su interpretación, poseen una existencia de fácil comprobación y verificación, ya que fueron acontecimientos ampliamente documentados y hacia los cuales es posible identificar los rasgos característicos que los definen, como son sus fechas de desarrollo, los actores involucrados, el espacio geográfico en donde acontecieron, entre otros.

La presencia de este tipo de “enunciados singulares existenciales”, sugiere una importante distinción en torno a la escritura histórica, la memoria colectiva y lo acontecido en sí mismo. Estos enunciados lejos de construirse a partir de la investigación histórica, preexisten mucho antes de su configuración narrativa o la puesta en un relato determinado, en tal caso, el paso de aquello acontecido al plano de la memoria implica una determinada posición interpretativa frente al evento como tal, en la cual tanto la subjetividad, como los sentimientos y los objetivos de una comunidad especifica le sedimentan una impronta particular. De igual manera, cuando este tipo relatos que moran en la memoria colectiva, devienen en narraciones propiamente históricas, conllevan una determinada operación historiográfica en términos Decerturianos (De Certeau, 2010), que lejos de pretender dar cuenta de lo “real-acontecido”[2], de la verdad tal cual como fue, presentan versiones matizadas por corpus teóricos, metodologías e intencionalidades enmarcadas en un proyecto historiográfico definido, en una función social asignada a la historia y una política de la memoria.

Partiendo de este breve comentario teórico sobre las dinámicas internas de la producción historiográfica y del paso de lo acontecido a lo narrado, es posible establecer que aquello ocurrido en sí mismo no supone para este trabajo la materia de estudio historiográfico, dado que detenernos en la verificación de los pormenores acontecimentales, como son fechas, número de tropas, posición en combate, entre otros, no nos distanciaría de una historia positivista y heroicista que ampliamente ha matizado el debate historiográfico de este tipo de cuestiones.

Más allá de ello, este trabajo propone situar el lente de observación en lo que es propio de las dinámicas de la operación historiográfica, es decir, en la importancia de lo que Michel De Certeau (2010) denomina como un “lugar social”, es decir aquel contexto de producción que determina una particular construcción escrita de lo acaecido.

En ese orden de ideas, el presente artículo tiene por objetivo presentar un breve balance historiográfico sobre aquellas obras y trabajos que los miembros del Centro de Historia de Pasto publicaron entre 1910 a 1954, en torno a la Batalla de Bomboná. Con el propósito de exponer que cada uno de ellos no supone una ventana neutral a lo acontecido, sino una versión particular que invita a comprender en realidad aquello que los historiadores u hombres de letras habían observado, interpretado y definido como histórico. Es decir, más allá de darnos cuenta del acontecimiento como tal, de lo “real-acontecido”, suponen una ventana importante para indagar en los porqués que conllevaron a los autores a construir cada tipo de interpretación, “lo real-relatado”. En tal caso, en este recorrido se esclarece tanto aquel lugar social desde el cual se edifica la producción historiográfica de este sur, como también las condiciones contextuales que conllevaron a la construcción de versiones particulares sobre el decurso de la gesta y los propósitos a los cuales estas se abocaban. A su vez se perfilan las diferentes tendencias interpretativas que relataron la batalla.

Para ello, en primer lugar, se expone brevemente el contexto historiográfico que antecede a las investigaciones propias del CHP, para así identificar las tradiciones narrativas e intencionalidades que habían construido el relato de la Batalla, tanto en la historiografía decimonónica colombiana, como también en la producción escrita regional y local hasta antes de 1910. En segundo lugar, se contextualiza el objeto de estudio, es decir, la producción historiográfica del Centro de Historia de Pasto, delimitando con ello algunas características que componen el lugar social de producción de su historiografía. Y Finalmente, se estudia las diferentes versiones escritas por los miembros del órgano entre 1910 a 1954, ya sea en formato monográfico o en las páginas del Boletín de Estudios Históricos y en la Revista de Historia, órganos oficiales de la institución.

Sobre el Centro de Historia de Pasto y la producción historiográfica pastusa

Como refiere Ortiz (1942) en el proyecto nacional de promover en el país el interés los estudios históricos, se determinó crear hacia 1908 “centros filiales en las principales ciudades, integrados por las personalidades de mayor relieve de cada una de ellas. Así se establecieron por entonces los Centros de Tunja, Ibagué, Zipaquirá, San Gil, Bucaramanga, Facatativá” (p.116) y el Centro de Pasto, entre otros. Este último fue creado por acuerdo del primero de Julio de 1909 por parte de la Academia Nacional de Historia e instalado un año después, el día 14 de diciembre de 1910, en cabeza del Geólogo, ingeniero civil y de minas, matemático y químico Fortunato Pereira Gamba. El 1ro de diciembre de 1911 la ANH autorizó al académico Ildefonso Díaz del Castillo, miembro correspondiente de la misma institución, para reorganizar el Centro de Historias de Pasto. Su reinauguración se dio el 23 de junio de 1912, nombrando a Ildefonso como presidente (López Álvarez, L y Ortiz, 1927).

De esta fecha en adelante y en lo trascurrido de la vida del Centro, es decir, hasta su re nombramiento como Academia Nariñense de Historia, en 1955, dicha institución tuvo una variada renovación de miembros de nómina, que compone un total aproximado de 59 miembros[3], de los cuales 41 participaron de forma activa en la investigación, escritura y publicación histórica.

A partir de sus intereses investigativos fue posible rastrear, entre las publicaciones en formato monográfico y lo publicado en el Boletín de Estudios Históricos (1927-1940) y en la Revista de Historia (1942- 1954), un total de 9 tendencias temáticas: Prehistoria, Ciencias antropológicas, Descubrimiento, Conquista y Colonia, Independencia, República, Historia reciente, Historia eclesiástica y Geografía, de las cuales, se identificaron como los principales intereses lo relacionado a la época independentista, la historia eclesiástica y finalmente lo referido al descubrimiento, conquista y colonia.

Entre el sinnúmero de objetos de estudio que estas tres tendencias abordan, los relacionados a la época independentista hacen parte de aquellas temáticas de constante y permanente revisión. Uno de ellos, es la Batalla de Bomboná, redefinida en la historiografía pastusa como uno de los acontecimientos esenciales para la configuración identitaria de la región, dada la carga simbólica que dicho acontecimiento suscitó en el imaginario de regional. Al realizar el rastreo de este objeto de estudio en la abundante producción historiográfica del CHP fue posible identificar las siguientes publicaciones:

No. Año Titulo Apartado editorial Autor
1 1919 Batalla de Boyacá. Centenario 1819-1919. Imprenta del Departamento Gustavo Segundo Guerrero
2 1922 El libertador Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia en la Campaña de Pasto (1819-1822) Imprenta del Departamento Nemesiano Rincón
3 1922 La Batalla de Bomboná Imprenta del Departamento Nemesiano Rincón
4 1922 Batalla de Bomboná s.e Jesús Absalón Martínez
5 1924 Estudios sobre la vida de Bolívar Editorial Diaz del Castillo José Rafael Sañudo
6 Antes de 1927 La Batalla de Bomboná No localizado Luis Perdomo
7 Antes de 1927 La Batalla de Bomboná No localizado Manuel Quiñones
8 1927 Geografía del departamento de Nariño Imprenta del Departamento José Rafael Zarama
9 s.f Consecuencias de la Batalla de Boyacá Imprenta del Departamento Gustavo Segundo Guerrero
10 12/10/1927 Lista de contribuyentes del impuesto de $30.000 decretado por Simón Bolívar (Documentos Antiguos) Boletín de Estudios Históricos. Vol. I. No.1 La dirección (Leopoldo López Álvarez y Sergio Elías Ortiz)
11 12/11/1930 Itinerarios de Libertador Simón Bolívar, en el Departamento de Nariño. 1822 Boletín de Estudios Históricos. Vol. IV. No. 38 La dirección (Leopoldo López Álvarez y Sergio Elías Ortiz)
12 17/12/1930 Bomboná e Ibarra Boletín de Estudios Históricos. Vol. IV. No. 39 y 40 Leopoldo López Alvarez
13 12/10/1935 Campaña de Bomboná Boletín de Estudios Históricos. Vol. VI. No.69-72 Vicente Lecuna
14 Mayo de 1936 La vendea americana Boletín de Estudios Históricos. Vol. VII. No.75-77 José Le Gouhir y Rodas
15 Abril de 1937 La vendea americana Boletín de Estudios Históricos. Vol. VII. No.78-80 José Le Gouhir y Rodas
16 Julio a Diciembre 1954 El General Pedro León Torres Revista de Historia. Vol. V. No.30-31 Emiliano Díaz del Castillo
17 Julio a Diciembre 1954 La Batalla de Bomboná Revista de Historia. Vol. V. No.30-31 Emiliano Díaz del Castillo
18 2005 Apuntes sobre la Historia de Pasto. Cuarta Parte. La independencia, 1808 a 1832 (obra póstuma) Gobernación de Nariño José Rafael Sañudo

De estos trabajos, 15 pertenecen a miembros de número del CHP, y las restantes son de autoría de José Le Gouhir y Rodas, Miembro correspondiente, quien publica dos artículos en las páginas del Boletín de Estudios Históricos y de Vicente Lecuna, miembro honorario, quien en su caso publica para el Boletín un breve artículo sobre la batalla.

Del total de material rastreado, 10 de ellos toman la batalla como objeto de estudio principal (Nos. 3,4,6,7, 12, 13, 14,15, 16 y 17), mientras que 6 de los restantes abordan aquella jornada en el marco de una narración más amplia, generalmente enfocada en la descripción de la vida de Bolívar o en la ejecución de la Campaña del sur (Nos. 1,2, 5, 9, 11 y 18). De los dos remanentes, uno de ellos, el trabajo de José Rafael Zarama (No.8), realiza brevemente una reseña de lo ocurrido y finalmente “Lista de contribuyentes del impuesto de $30.000 decretado por Simón Bolívar” (No.10) refiere a una transcripción documental relacionada a las consecuencias de la capitulación de Pasto, posterior a dicha batalla.

Estas publicaciones hicieron parte del corpus historiográfico que reinterpreto desde un marco de producción regional y local, la Batalla de Bomboná ya ampliamente conocida y escrita por hombres de letras e historiadores foráneos. De los trabajos referidos, tres son las obras esenciales que configuraron dos corrientes interpretativas a nivel regional y local; la primera, una interpretación que propendía por atizar el culto bolivariano en Pasto. Erigida por la pluma del General Segundo Gustavo Guerrero y de Nemesiano Rincón, con sus libros “Batalla de Boyacá. Centenario 1819-1919” y “El libertador Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia en la Campaña de Pasto (1819-1822)” respectivamente. Y la segunda corriente, desarrollada por José Rafael Sañudo, en su libro “Estudios sobre la vida de Bolívar”, que pretendía reconstruir lo acaecido en la región no desde el culto a dichos héroes, sino desde el reconocimiento y legitimación de una historia a contravía del metarelato de corte decimonónico construido hasta la época.

Ahora bien, estas obras no nacen tabula rasa en la producción historiográfica regional y local, en realidad se nutren, reproducen, critican y reinterpretan una tradición narrativa previamente construida en los anales de la historiografía decimonónica colombiana.

La Batalla de Bomboná en la tradición historiográfica decimonónica

El interés por dar cuenta pormenorizada de los acontecimientos ocurridos en la Batalla de Bomboná, se desarrolla desde épocas muy tempranas en la producción historiográfica tanto nacional como latinoamericana del siglo XIX, no como un objeto de estudio en sí mismo, sino como parte de la configuración de un metarelato que diese cuenta de la historia moderna del recientemente fundado estado-nacional y en general como parte de la historia que fundamentaría erigiría el culto bolivariano en estos territorios.

Uno de los primeros escritos que narran lo acontecido en aquella batalla reposa en la extensa obra de José Manuel Restrepo (2009), “Historia de la Revolución de la Republica de Colombia”, la cual como refiere Cardona Zuluaga (2014), apertura “la escritura de una historia republicana, cuyo objeto fueron los sucesos de la Independencia” (p.223) y cuyo propósito era definir los orígenes históricos de la república y la identidad nacional a través de la construcción de un pasado común que legitimase la configuración del naciente estado-nacional.

La obra si bien fue redactada a partir de una extensa documentación primaria que le daba, según el autor, una impronta objetiva, ello no implicó que la historia de Restrepo estuviese exenta de juicios políticos y morales, con los cuales el autor interpretaba lo pasado sobre un lente indiscutiblemente patriota. Es más, como refiere Betancourt Mendieta (2007)

Los criterios interpretativos de Restrepo se convirtieron en factores de exclusión de un núcleo bastante amplio de la población movilizada durante las guerras. Al centrar el relato en las acciones de los héroes patriotas, los demás miembros que participaron de los acontecimientos de la Independencia solo sirvieron como elementos del escenario donde se desenvolvió la trama. (p.33)

A partir de este marcado componente narrativo, Pasto se hace presente en la obra de Restrepo como actor antagónico al decurso de la epopeya del héroe patriota. Su población, al igual que la del territorio del Patía, eran representaciones del enemigo realista que estaba predestinado a ser derrotado por Bolívar para así alcanzar la tan anhelada libertad. La interpretación que da el autor sobre la actuación de estos territorios, calificados como barbaros, fanáticos, agresivos, ladrones y violentos, se fundamentaba a partir del binomio moral de los buenos patriotas que traían consigo la libertad y la civilidad frente a los ignorantes realistas enemigos de la misma, que, al declararse en oposición abierta a los intereses patrióticos y al defender un ideal amoral, se convertían directamente en los enemigos de la república, quedando condenados irreversiblemente a su derrota.

Es por ello, que en la obra de Restrepo se retoma de la historia de este territorio suroccidental de Colombia, solo aquellos acontecimientos que tienen una repercusión importante en el éxito y/o fracaso del proyecto patriota. Entre ellos, Restrepo guarda un espacio significativo de la narración general a la gesta desarrollada en las inmediaciones de la hacienda de Bomboná, dado que significó, según su interpretación, una de las victorias más importantes de la Campaña del Sur, a la vez que posibilitó la liberación definitiva de Colombia y la erradicación del realismo pastuso.

Esta interpretación dada por Restrepo a la Batalla de Bomboná se construyó desde un marco interpretativo definido, entre otras, por las siguientes características: en primer lugar, el marcado componente político del autor, desde el cual se busca legitimar el estado republicano de la época. Recuérdese que Restrepo hizo parte activa del gobierno nacional, siendo nombrado por Bolívar como Secretario del Interior y Relaciones Exteriores entre 1821 a 1827 y Administrador de la Casa de Moneda, en periodos interrumpidos, desde 1829 hasta 1860. Segundo, el propósito de deificar la imagen de Bolívar. La narración del autor estaba abocada hacia la glorificación de Bolívar, a partir de la construcción de una epopeya heroica, en la cual el Libertador estaba predestinado a la victoria. Tercero, la construcción de una historia de los grandes héroes, que no solo estaba centrada en la figura de Bolívar, sino que invalidaba la voz de los realistas en el decurso de la historia, al considerarlos como fuentes poco verídicas de lo ocurrido. Cuarto, la legitimación de Libertador como principal fuente de referencia testimonial y documental de la época. Siendo su voz el principio de verificación y comprobación de lo acaecido (Tradición historiográfica que sería ampliamente replicada en todo el siglo XIX y gran parte del XX). Y finalmente una explicación causalista, moral y teleológica de lo pasado. La cual construía el relato de lo acontecido sobre patrones morales y juicios de valor, que predestinaban el éxito de los patriotas, por representar la verdadera moral.

A partir de este marco interpretativo la Batalla de Bomboná era narrada no solo como un ejemplo más del destino manifiesto del Libertador, sino como uno de los principales éxitos militares del Libertador.

Dada la relevancia de la obra de Restrepo en la construcción de los anales de la historia de Colombia, como también en la configuración de una primera tradición historiográfica decimonónica, la construcción del relato en torno a Bomboná durante la mayor parte del siglo XIX y XX se basó en la interpretación de Restrepo, siendo esta la base fundamental para la oficialización del relato en torno a dicha gesta. Autores posteriores como José Manuel Groot (1953), Soledad Acosta de Samper (1908) y Jesús María Henao y Gerardo Arrubla (1952), al igual que el venezolano Felipe Larrazábal (1918), entre muchos otros basaron sus trabajos en la obra clásica del historiador colombiano.

Dichas obras configuraron un metarelato nacional, a partir de la figura de Bolívar como principal motor de la historia, dejando por fuera aquellos acontecimientos propios del plano local y regional, que escapándose de esta visión bolivariana de la historia no eran indispensables en el proyecto historiográfico de la época.

Bomboná en la memoria colectiva de Pasto a finales del siglo XIX

Si bien para finales del siglo XIX la tradición historiográfica decimonónica había hecho representativa en la nación su interpretación sobre la Batalla de Bomboná, la falta de reconocimiento de testimonios que le diesen voz a los pastusos y actores antagónicos en dicha gesta, como también la marcada necesidad de desmentir el estereotipo hacia los habitantes de este sur, conllevaron a que se buscase reinterpretar y matizar la versión comúnmente conocida y transmitida sobre el decurso de la Batalla. Ello, a partir de la escritura de un relato que vinculase los acontecimientos históricos locales y regionales a aquel metarelato patriótico nacional.

Entre dichos esfuerzos intelectuales de este sur se localiza la composición en verso “Los Ecos de Bomboná. Canto a dos coros, con gran variación al final. Para el primer centenario del Gigante de Sud América, de Simón Bolívar” de Higinio Muñoz, publicado en enero de 1883. En este poema, el autor brevemente narra la jornada incluyendo en lo relatado la voz tradicionalmente ocultada del pastuso. Ello con el propósito de exponer algunas de las causas que explicaban la defensa de la monarquía en aquella época, las cuales la historiografía decimonónica no reconocía como justificaciones plausibles, dada la imposibilidad en el marco de producción de dichas obras de darle voz a aquel que consideran como su enemigo:

Bolívar:

Pastusos rendíos, rendíos, pastusos,

Que patria os ofrece Bolívar Simón,

Con nuevas leyendas, novísimos usos,

Con genio de gloria, de paz y espanción!.

Los pastusos:

“Bolívar, Bolívar, no ofrezcas ensueños,

Que el hombre en el mundo jamás es feliz:

Los libres no existen, sus glorias son sueños,

República, calla, mentira infeliz!

Bolívar:

Atiéndame, Pasto: ¡Sacude mi hermano,

El yugo pesado del fiero español;

Recuerda que fuiste muy libre en antaño,

Que nítido brilla por libres el sol!

Los pastusos:

Trabajas, Bolívar, por ver si sepultas,

El orden que existe i otro orden nos das;

Más, mira, Bolívar, que en tierras incultas,

Abrojos progresan y espinan, no más!

Bolívar:

Conozco, mi Pasto, que cumples ferviente

Los altos mandatos de un santo deber:

Conozco que luchas con genio inocente:

Más todo me dice, que libre has de ser

Pastusos:

Amamos las luces, la paz y sus creces;

Queremos ser libres, más no es la ocasión.

No vemos posible la patria que ofreces,

Abstente, Bolívar, contente, Simón!

Bolívar:

Rendios, pastusos, rendios, valientes,

O rompo mi fuego y truena el cañon!...

Mirad que anhelosos, mirad que impacientes,

Queremos ser libres queremos nación!...

Pastusos:

Rendirnos?, No, nunca! ¡No, nunca lo haremos!

¡¡¡Que venga la muerte: que venga la lid;

Que truenen tus fuegos; tu empuje queremos;

Al triunfo aspiramos, vencer o morir!!!

[…]

Bolívar:

¡Que viva la patria, ya triunfo tenemos!,

¡Que se ize en la cima del libre el pendón!,

Más, donde es mi Várgas, en donde tenemos,

A Tórres Bizarro, mi amado campeón?

Los pastusos:

¡No cantes, Bolívar, no cantes victoria;

Incendia tus muertos que yacen allí!,

Atiende al herido, cubierto de gloria;

Descanza un momento, más vete de aquí!
Bolívar:

Ya torno, pastusos ya tomo mi ruta;

¡Mas luego vereisme con nuevo vigor!...

¡No creáis que deje mi noble disputa,

Disputa gigante, de vida y de honor!

Pastusos:

Ni pienses, Bolívar que deje el pastuso,

De estar en tus lindes al frente de ti!

¡Regresa y refuerza tu brazo contuso,

Y vente volando, que estamos aquí!...

(Cultura Nariñense, 1973, Vol. VI, No. 61, p.514-).


Este breve poema hace parte de aquellos esfuerzos regionales por darle un papel protagónico en la historia patria a los otros actores solo conocidos a partir de los juicios morales que moraban en la historiografía decimonónica. En tal caso, sin asumir una posición antipatriótica, Higinio Muñoz a la vez que presenta la versión de lo ocurrido desde la mirada de los pastusos, matizaba la victoria patriota al reconocer el ímpetu defensor de los habitantes de este sur, el cual le había costado al Libertador mucho brío para su derrota. Ello sería recordado como parte esencial de las características identitarias de los habitantes del sur; aguerridos, fuertes y leales provinciales.

Sin embargo, aquel poema no es el único esfuerzo en revisitar la batalla en cuestión. Otros trabajos lo hacen, desde la corrección de aspectos acontecimentales o geográficos. Uno de ellos, es el breve escrito del mismo autor, Higinio Muñoz (1887), que circuló en las páginas del “Precursor” órgano revisteril de la Sociedad Filológica, titulado “Batalla de Bomboná. Correcciones histórico-geográficas”.

El artículo nacido del trabajo corográfico adelantado por Muñoz en Consacá, tenía como propósito corregir los errores de contenido hallados en la descripción geográfica y militar de la batalla escritos por Restrepo y Larrazabal, que la tradición decimonónica no hacia otra cosa que repetir y repetir. En palabras de Muñoz (1887) “Después de ver mi croquis, os persuadireis de estos crasisimos errores que deben ser corregidos para que ni Colombia ni Bolívar su gran mengua de sus glorias” (p.4)

Por citar algunos de los detalles que componente esta revisión histórico-geográfica, el autor desmiente la localización del Peñol, a la cual había hecho referencia Restrepo, ubicándolo entre el rio Guáitara y el Juanambú, lo cual según Muñoz (1887) era falso, “pues Guáitara y Juanambú son afluentes directos del Patía, y el Peñol está entre estos tres ríos” (pp.4-5). A partir de dicha corrección sugiere como conclusión lo siguiente “esto hace comprender que ni Bolívar ni sus tenientes conocían la localidad que invadían, ignorancia que los hace mucho más interesantes” (p.5), dado que la prefiguración narrativa en Restrepo en la cual se insinuaba un conocimiento basto de la región sur por parte de los patriotas, en realidad, según lo refiere Muñoz, no hace parte de lo real-acontecido, dejando un campo amplio de interpretación a las habilidades militares y estrategia del Libertador.

Por otra parte, corrige la afirmación de Restrepo relacionada con la arremetida del General Pedro León Torres, quien “no pudiendo atacar al enemigo por la derecha del ejército republicano, él y sus valientes soldados pretendieron pasar la cañada de Consacá” (Muñoz, 1887, p.5). La equivocación geográfica señalada por Muñoz (1887) refiere a que no fue en la quebrada de Consacá sino en Cariaco el lugar de los hechos, error graso dado que si fuese en las inmediaciones de Consacá implicaría que los patriotas se retiraron del campo de batalla dando paso a una victoria realista y privando con ello a Bolívar de la gloria del éxito militar.

El trabajo de Muñoz (1887), hace parte de un primer esfuerzo de revisionismo histórico en torno a aquel metarelato nacional construido por foráneos que desconocían aquellas regionales a las cuales se referían. Muñoz (1887) le apuesta a la revisión de lo sucedido a través de la definición de un locus de enunciación local y regional, que lejos de contribuir a esa historiografía nacida desde la ignorancia de las regiones, se edificaba exaltando la importancia del conocimiento pormenorizado y especializado del territorio, el cual solo era posible para la época con el reconocimiento de las historias locales y regionales, producidas por los hombres de letras de provincia.

A su vez este trabajo, en cuestiones propiamente historiográficas, expone cómo a finales del siglo XIX la indagación histórica en la región a nivel general, se realizaba recurriendo a las ciencias auxiliares de la historia como era la geografía y la topografía y no a la revisión propiamente documental.

Otro de los autores a destacar fue un joven José Rafael Sañudo, quien se proponía reinterpretar la batalla en cuestión no solo como una victoria realista, sino como la consecuencia lógica a la ilegitimidad de la incursión bolivariana en esta zona.

En el discurso de José Rafael Sañudo, pronunciado en la celebración del Centenario de Independencia Nacional, el 24 de julio de 1910, el autor expone brevemente dicha interpretación de la jornada:

Mas el Dios de las victorias que premia no el cálculo, sino el cumplimiento del deber, se las concedió munífico en los campos de Jenoy y Bomboná, sin que valiese nada ni el genio de Bolívar ni el brío de sus soldados; no así la historia colombiana, ella inverecunda se unció al carro del postrer vencedor, para llevarle en triunfo al Capitolio, y ni un siglo de desdichas, ni amargas experiencias, ni porque Colombia carga con la herencia maldecida de su inoportuna guerra, la obligan a la glorificación del pueblo que maldijo. (Sañudo, 1910, pp.28-29).

A diferencia de otros autores que, imbuidos por algunas características del empirismo positivista, desligaban de la narración de lo acontecido cualquier tipo de filosofía de la historia, en esta interpretación Sañudo revisita la batalla a partir de la definición de su teoría de la expiación:

Dedúcese que el principio para explicar la Historia de los pueblos, el que la eleva a la categoría de ciencia, y fundamenta su filosofía, no parece ser otro que el de la expiación o premio de los pueblos, por sus vicios o virtudes; de tal modo que, conocidas sus faltas, podemos predecir sus castigos, rastreando sus culpas anteriores. Vése pues, que el pecado original y la Redención subsiguiente, o sea el cumplimiento de la pena para expiarlo por un Hombre-Dios, son la primera explicación filosófica de la Historia de la humanidad; y vése también que el principio expuesto, arma bien al pensamiento de Bossuet; o mejor dicho, es la generalización de su principio, de que la Historia de los pueblos gira alrededor de la Redención o expiación del pecado común a toda la humanidad. (Sañudo, 1949, pp. IX)

Con la expiación Sañudo justifica el castigo dado por la divina providencia a algunos hombres, que cometieron crímenes de los que no hay manera de atenuar la indignidad. En tal caso Bomboná es para el autor uno de aquellos acontecimientos que se explica por la declaración irrazonable de guerra con este sur, territorio que solo buscaba la defensa de los valores que considerabas capitales, como era la moral católica y la lealtad a las supremas potestades. Bolívar es derrotado como castigo a su injustificable arremetida en este sur.

Una postura diferente a la de Sañudo se halla en el breve escrito de Nicolás Hurtado (1907), miembro fundacional del CHP, titulado “Vejeces VIII”, publicado en la revista Odeón. En él, el autor entre ficción literaria y referencia a fuentes documentales, relata la existencia de fuerzas patrióticas en Pasto antecesoras al triunfo del bando del Libertador en Bomboná, que, cansadas de los castigos de Basilio García, se incorporaron a las filas bolivarianas, contribuyendo así a la emancipación de su territorio en el decurso de la Campaña del Sur. Este trabajo, además de dar indicios de una aún no presente distinción historiográfica entre la ciencia histórica y la literatura, presenta una interpretación patriótica de la gesta, la cual tenía como propósito explorar la tesis de la existencia del sentimiento revolucionario previa llegada de Bolívar a la zona, proponiéndose con ello desmentir la tesis generalizada del realismo de los pastusos, dado que presenta pruebas de adhesiones a la causa bolivariana mucho antes de la victoria del Libertador en Bomboná.

Cerrando este aparte, se puede agregar que las anteriores obras se circunscriben a dos corrientes interpretativas que más adelante los miembros del CHP seguirían cultivando: la primera de ellas, representada en la pluma de Higinio Muñoz y Nicolás Hurtado, refiere a una propensión al desarrollo de una historia de corte patriótico, la cual tenía como propósito incorporar los relatos locales y regionales al metarelato nacional de la independencia, magnificando en muchos casos los sucesos acontecidos en territorio pastuso. Y, en segundo lugar, la tesis iconoclasta de Sañudo, la cual buscaba desmitificar la imagen de Bolívar, a la vez que pretendía explicar, justificar y legitimar el realismo pastuso, a través de una historia local en contravía de la tradición decimonónica, que, según el autor, se construía sobre el culto a los crímenes de los héroes pasados.

Si bien las dos corrientes interpretativas son antagónicas en torno a las versiones de lo sucedido, estas nacen de un mismo contexto de producción y son motivadas por las mismas condiciones de posibilidad que las anteceden. Dichas condiciones, para el caso particular de la producción escrita de este sur, responden a algunas “marcas culturales” que se habían delimitado en el trascurso del siglo XIX y que habían movilizado los esfuerzos tanto intelectuales, como políticos y culturales de las generaciones de finales de siglo y de las predecesoras de la primera mitad del siglo XX. Entre ellas y la más representativa para el objeto de estudio que nos convoca es “la necesidad de reivindicar ante el país el papel de la ciudad en el proceso independentista” (Álvarez Hoyos, 2007, p.109). Buscando desmentir el marcado estereotipo construido hacia el habitante de este sur, que había implicado no solo el no reconocimiento de este territorio en el imaginario de nación colombiana, sino también un olvido generalizado y un aislamiento permanente hacia la región.

En tal caso, esta marca cultural, como refiere Álvarez Hoyos (2007) produjo como resultado, que las elites intelectuales aboquen sus esfuerzos en explicar las causas del realismo de la región, para así reivindicar ante el país la posición de Pasto en aquella época independentista. Siendo este uno de los móviles principales de la producción historiográfica del Centro de Historia de Pasto en el siglo XX.

El lugar social de la operación historiográfica pastusa

Si bien para la primera mitad del siglo XX, una importante parte de la producción historiográfica regional estuvo movilizada por aquella marca cultural ya mencionada, no se puede desconocer que dicha producción no solo respondía a estos intereses y necesidades propias del contexto local, sino que estaba delimitada por la configuración de una historia academicista de orden nacional, promovida por la ANH.

Recuérdese que el CHP nace por disposición directa de la ANH a inicios del siglo XX. Esto acarrea que varias de las características que estructuran la investigación y escritura del CHP se hayan perfilado por influencia directa de la ANH, la cual delimitaba una forma de escritura basada en lo siguiente:

Primero, asignarle a la historia una función social que la haga útil para el proyecto político en boga. En tal caso, la creación de la ANH (1902) se justifica como respuesta a la desintegración nacional que vivía en el país a finales del siglo XIX, y que fue provocada por una acumulación de procesos que destrozaron la tan frágil unidad nacional ya construida; las guerras civiles del siglo XIX, la Guerra de los Mil Días (1899-1902) y la perdida de Panamá (1903). En dicho orden de ideas, el nacimiento de esta institución tenía como propósito la reunificación del sentir patrio a partir de oficializar los discursos históricos que explicarían el origen de la República y que educarían en valores morales y éticos a los nuevos ciudadanos que el país requería (Betancourt Mendieta, 2007).

En segundo lugar, se perfilaba como una historia de los grandes héroes, patriótica y de corte liberal, centrada en definir en el periodo de la independencia el origen moderno de los estados nacionales.

En tercer lugar, como expone Ramírez Bacca (2008), esta historia denominada “académica”, se construye sobre el legado de la “historia patria colombiana” escrita en la época pos-independentista. Esta transmitiría no solo la impronta política antes mencionada (pero ahora matizada sobre el velo de la oficialidad e institucionalidad) sino la tradición tanto decimonónica propia del mundo occidental, como también los deseos de consolidación de una conciencia histórica nacional.

En síntesis, retomando a Ghotme Ghotme (2007)

A la Academia se le confió la tarea de conformar un cuerpo de ideas típicas en torno a la nación, redactar un nuevo logos interpretativo de la historia de Colombia y darle a la historia el carácter de una disciplina acientifica capaz de superar los debates partidistas e ideológicos que sumieron al país en un periodo de cruentas guerras civiles; además de masificar la vida y obra del patriota, el “amor a la patria”, consagrar la “vida de los grandes hombres de la nación” y proporcionar a las futuras generaciones el camino recto del “progreso” y la “civilización. (p.160)

Para cumplir aquellos objetivos se conformaron en principio unas funciones específicas que la ANH debía cumplir

Tales como proteger las reliquias históricas, preparar los días conmemorativos, promover el respeto de los símbolos patrios, preservar la memoria de los gestores de la nación mediante placas conmemorativas y estatuas, recuperar colecciones documentales, publicación de boletines y principalmente interpretar oficialmente los sucesos y personajes del pasado apoyados en una actitud documentalista”. (Ramírez Bacca, 2008, p.141)

Adicional a ello, en lo trascurrido de la primera década del siglo XX, la ANH propendió por la creación de centros filiales con el propósito de transmitir no solo aquella función social asignada a la historia, sino también, con el objetivo de replicar el tipo de historiografía academicista que la institución promovía. Ello hacía parte de una primera fase de institucionalización de este tipo de órganos de investigación y escritura histórica, con la cual se buscaba construir una relación estrecha en torno a vínculos ideológicos, metodológicos y epistemológicos, entre la entidad nacional y estas nuevas corporaciones que actuarían como continuadores de dicho proyecto en regiones en las cuales la ANH no podía tener injerencia directa.

La creación del CHP puede interpretarse a partir dicho proyecto patriótico desarrollado por la ANH. En principio, reflejaría una de las soluciones dadas al estado de crisis en el que se encontraba el modelo de nación a principios del siglo XX. Siendo el surgimiento de la ANH, no un hecho fortuito, sino parte de una serie de estrategias creadas para afianzar la conformación de la nación colombiana, a través de la configuración de un monopolio de relatos memorables, es decir, de la definición un pasado común y avalado que permitiese hermanar e identificar a la población como un mismo cuerpo cultural e identitario.

Ahora bien, no es posible pensar que aquellas directrices que definían las formas legitimadas de escritura e investigación histórica en el país, fuesen transmitidas sin un proceso de recepción particular. Téngase en cuenta aquel lugar social que compone parte de la operación historiográfica del CHP, no respondía exclusivamente a lo estipulado por la ANH, sino que este se compone de unas dinámicas que involucran relaciones de centro-periferia, en las cuales tanto los intereses nacionales como los regionales y locales tienen un papel protagónico en la definición de la función socia asignada a la historia. En tal caso dichas directrices de la ANH entrarían en dialogo con las marcas culturales locales y regionales que movilizaron a la “Generación de 1904” (Álvarez Hoyos, 2007) en la definición y ejecución de un proyecto modernizador y civilizatorio para el recién fundado departamento de Nariño.

Para Álvarez Hoyos (2007) esta generación se formó a partir de dos características de pensamiento básicas: primero, un afán por el impulsar el desarrollo regional, y, en segundo lugar, una una necesidad por redimir ante el país la identidad coercitivamente impuesta hacia este sur después de los procesos independentistas. Dicha generación crece y se forma intelectual y culturalmente con aquella carga histórica que les configura un espacio de experiencia delimitado y compartido, pero gracias a las nuevas herramientas intelectuales que adquiere de la mano del influjo del liberalismo, el regeneracionismo, el humanismo y la historiografía academicista, se le hace posible dar un giro, antes no visto en la región, a esas problemáticas cargadas a cuestas.

En dicho orden de ideas, la creación del CHP posibilitaba incorporar al gran entramado de la historia patria, esos acontecimientos no conocidos, esas versiones particulares de lo sucedido en la independencia, sin que ello implicase ni desvincularse del proyecto patriótico, ni replicar un relato en el cual se demonizaba al habitante de este sur y en el cual se negaba la posibilidad de reconocer las causas de su posición política o la importancia de su voz en la construcción de un relato “verídico” sobre lo pasado.

Uno de los objetos de estudio en el cual se observa claramente las dinámicas de este lugar social que incorpora lo nacional y lo local, se halla en las versiones escritas sobre la Batalla de Bomboná.

La Batalla de Bomboná en los anales de la historiografía del Centro de Historia de Pasto

La escritura histórica que ya principiaba a perfilar una primera escuela historiográfica en las postrimerías del siglo XIX, con las obras de Alejandro Santander, Tomas Hidalgo y José Rafael Sañudo, inicia un lento pero paulatino proceso de reactivación a partir de 1910, época en la cual se dinamiza el debate histórico gracias al desarrollo del proyecto historiográfico de la ANH.

Dado que la labor académica de los miembros del CHP entre 1910 a 1922 se concentró principalmente en el apoyo para la conmemoración de efemérides nacionales y en menor medida en efemérides regionales y locales, la primera etapa en la reactivación de la producción historiografía pastusa del siglo XX estaba igualmente ligada a dichas fechas patrióticas.

En correlación directa con la función social asignada a la historia desde la ANH, esta tendencia independentista de aquella década de los centenarios, se edifica como una herramienta discursiva para facilitar la enseñanza y difusión en la región del culto nacional y patriótico de los héroes fundadores del estado-nacional. En tal caso para la primera mitad del siglo pasado, en correspondencia a la historia académica, se desarrolló este culto devocional por aquellos personajes ilustres que fueron el eje narrativo de la historiografía decimonónica.

Ello, perfilo una de las dos vertientes interpretativas que componían a la historiografía independentista de este sur colombiano; una historia de corte patriota, militar, acontecimental y principalmente heroicista que, tenía como propósito contribuir en el fortalecimiento de una identidad nacional que permitiese a cada ciudadano de la nación reconocerse en un cuerpo de acontecimientos históricos identificados como parte constitutiva de un pasado común.

Esta vertiente, trabajada por la elite intelectual sureña a partir del “Centenario de Independencia” (1810-1910), para luego reforzarse tanto en el centenario de la “Batalla de Boyacá” (1819-1919), como también en el de la “Batalla de Bomboná” (1822-1922) y más adelante con la conmemoración del centenario de la muerte de Bolívar (1830-1930), se incorpora a una segunda vertiente interpretativa que, sin desligarse del proyecto nacional, se definía desde una proximidad mayor al espacio local y regional que componía el lugar social de la operación historiográfica. En otras palabras, una vertiente independentista que buscó vincular algunos sucesos, batallas y personajes oriundos, como parte vital del metarelato de la independencia, a la vez que brindaba una interpretación alterna a las narraciones tradicionales, esta vez matizada por la voz de un pueblo pastuso hasta entonces no escuchado.

Con el desarrollo del proyecto historiográfico de la ANH, la funcionalidad dada a la batalla de Bomboná, en la década de los centenarios se canalizó en torno a estas dos vertientes antes mencionadas. La Batalla, previamente conocida en el imaginario de los pastusos, tomaría fuerza en aquel proyecto historiográfico a partir de dos objetivos estrechamente ligados entre sí; el atizar el culto bolivariano y con ello justificar el modelo político conservador en boga, a la vez de, reforzar el patriotismo pastuso con el reconocimiento de su existencia hacia un pasado de larga data. Es aquí donde se publican dos obras que configuraría una primera tradición interpretativa de la batalla, del general Gustavo Segundo Guerrero (1919), “Batalla de Boyacá. Centenario 1819-1919” y de Nemesiano Rincón (1922), “El libertador Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia en la Campaña de Pasto (1819-1822)”

En “Batalla de Boyacá. Centenario 1819-1919”, obra publicada en el marco de celebración del Centenario de la Batalla de Boyacá, Gustavo Segundo Guerrero (1919), a partir de una postura revisionista se propone revisitar y desmentir algunas aseveraciones realizadas por Restrepo frente al desarrollo de la Batalla de Bomboná y sus implicaciones en la historia patria.

En oposición al relato decimonónico que describía la Batalla como un obstáculo más en la rica historia militar de Bolívar, Guerrero (1918) restituye el papel protagónico de la jornada en el decurso consecuente de la “Campaña del Sur”, ya que, a causa de aquella victoria, se elimina, según el autor, los últimos atisbos de rebelión realista en Pasto, dando paso a un patriotismo de larga data y una vía libre para la liberación de Ecuador, Perú y Bolivia.

Este pequeño revisionismo histórico explorado por Guerrero (1919) implicaba una relectura de la historia tradicional decimonónica de la cual el autor ampliamente nutria su obra. En dicho orden de ideas, el breve aparte sobre Bomboná, es uno de los pocos párrafos en los cuales el historiador se aleja del parafraseo de obras clásicas que compone gran parte de los capítulos de su libro, para ingresar en el terreno de la reinterpretación histórica.

En la exposición de su crítica historiográfica, el autor detalla los pormenores que según su perspectiva debían ser re-evaluados de la muy superficial visión de Restrepo:

Ese historiador, al narrar el suceso de armas de Bomboná, avanzo a decir: “estéril triunfo, que había costado muy caro”. Y esta expresión sugestiva ha dado lugar a otras de ese linaje. Escritor ha habido que, por ello, aun rebajando el mérito de la batalla, denomínala simple refriega, y añádele el calificativo de pírrica.

Para nosotros es, en rigor, inaceptable este rebajamiento histórico del hecho. Las fuerzas que entraron en la tremenda lidia fueron […] alrededor de 4000 en acción constante […] la hecatombe fue tan grande, que al terminar la acción de guerra, ambos contendores quedaron en extremo debilitados. La duración fue no de minutos, sino de horas, de una detonación ensordecedora y de un humo de pólvora, cuya nube envolvía a los luchadores, al punto de haber sido difícil a Bolívar, sino en un momento dado, conocer el estado del combate […] no, así no es una simple refriega; así es como son las batallas de importancia, como en puridad de verdad lo fue la de Bomboná; donde además debese tener en cuenta la naturaleza del suelo escarpado, lo técnico del desarrollo de la acción, y la táctica de las maniobras ejecutadas. (Guerrero, 1919, p.86)

La repercusión de Bomboná en la Campaña del Sur, tal como narra Guerrero (1919), no es menor en el decurso de la guerra, dado que, si bien significo un importante retraso en el avance patriótico, esta victoria, preparó los ánimos y sentó las bases para la aceptación por parte de los realistas de las capitulaciones, que “según concepto de Bolívar, valía[n] más que diez victorias” (Guerrero, 1919, p.88). Para Guerrero (1919) lo generoso de las mismas implico que se abrieran "las puertas de las murallas de hierro de la ciudad temible; y sus moradores recibieron al Libertador con muestras de afectuoso y, puede decirse, con entusiasmo” (Guerrero, 1919, p.88).

Guerrero (1919) no desconoce la actitud defensiva de Pasto en el trascurrir del proceso independentista, es más justifica dicha actitud como una acción natural a las amenazas recibidas en tiempos pasados. Sin embargo, desarticula el estereotipo hacia el pastuso construido en el seno de la historiografía decimonónica, tomando como base la aceptación de las capitulaciones dadas por Bolívar:

Y he allí una prueba de que esos mal calificados ciudadanos, a quienes se deprimía y amenazaba por costumbre, solo habían permanecido en su empeño, por ser sabido que la violencia y el furor engendran en el contrario fuerza para defenderse contra ataques injustos e insanos. Apenas Bolívar, con mejor ceño, ofrece magnánimo sus favores, y el león, pintado como fiera por sus émulos, se dulcifica y agazaja generoso al ilustre huésped; pues ya no se veía compelido a repeler las amenazas, como antes. (p.88)

Este relato dista mucho de aquella representación del fanatismo e irracionalidad que generalmente era atribuida a los pastusos en época independentista. Y ello es consecuencia no únicamente de un intrínseco cambio de actitud y posición frente al proyecto libertario, sino que, discursivamente el texto enuncia que la participación personal de Bolívar fue esencial en aquel proceso. Pasto asume una actitud completamente diferente a las motivaciones realistas que anteriormente movilizaban su accionar, gracias a la postura conciliatoria, de perdón y reconciliación que el prócer previamente había perfilado con la presentación de aquellas, como refiere el autor, “generosas capitulaciones”. Contrario a actitudes anteriores del Cabildo de Popayán o de Macaulay, que obligaban a Pasto a tomar una posición defensiva. Es por ello, que Guerrero (1919) enfatiza en la importancia de aquella gesta para la incursión de Pasto en el proyecto de república y en la larga tradición patriótica que asumen sus habitantes en adelante:

Cesada la guerra, libre Pasto de esas furibundas y crueles diatribas de la saña, pronto, en periodo de paz, que puede más que la guerra, se dio al impulso de nuevas corrientes; y es hoy, de notoriedad innegable, que en la actualidad es uno de los pueblos de mejores disposiciones republicanas, que el curso de los tiempos acentúa y eleva.

Así como se vio obligado, por motivos de lealtad y gratitud por favores especiales recibidos, a lidiar, arma al brazo, por una causa, se sacrifica hoy y siempre en aras de la Patria colombiana, como leal republicano. Pueblo lleno de virilidad, avanza por los senderos de la civilización y espande su espíritu, impulsado por el deber. (p.89)

Esta perspectiva fue una constante en la historiografía patriótica en torno a la Batalla de Bomboná que otros autores continuarían reafirmando. El atribuir a Bolívar la transición del realismo al cultivo del patriotismo en Pasto y con ello el beneplácito hacia el estado republicado devino en premisa capital en la promoción y refuerzo del culto bolivariano en la región.

Si bien la obra de Guerrero construye brevemente un revisionismo histórico en torno a Bomboná, solo a partir de la publicación de Nemesiano Rincón titulada “El libertador Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia en la Campaña de Pasto (1819-1822)”, se exploraría con mayor detalle el decurso de la misma, como también su importancia en la consolidación del culto bolivariano.

En el marco de celebración del Centenario de la Batalla de Bomboná, el gobierno departamental, en trabajo mancomunado con el gobierno nacional, convocó un concurso literario sobre aquella jornada[4] “que cimentó la Independencia del Sur de la República” (Ordenanza número 21 del 12 de abril de 1921, transcrita en Rincón,1922, p.259).

En aquel concurso organizado por dos miembros de número del CHP; los señores Ángel María Medina, presidente de la Junta y Justo Guerra, vicepresidente, junto con Vicente Andrade, Enrique Eraso Navarrete y Belisario Ruiz W. vocales y finalmente Pedro V. Rojas secretario, y por criterio de los jurados, los señores académicos Miguel Arroyo Díez, Luis Felipe Acevedo y Arturo Quijano, miembros activos de la ANH (Rincón, 1922, p.263), se seleccionó como ganadora la obra titulada “El libertador Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia en la Campaña de Pasto (1819-1822)”, del señor Nemesiano Rincón.

La monografía en cuestión, que según el Decreto Número 365 del 18 de agosto de 1922 ordenaba que la obra debía ser “publicada a costa del departamento, y repartida en todas las escuelas” (Rincón, 1922, p.266), respondía a los dos objetivos ya mencionados que movilizan la investigación y escritura sobre dicha batalla. En primer lugar, el atizase del culto bolivariano a partir de una documentación verificada, con la cual se esperaba

que el lector pueda apreciar mejor esos tiempos, la empresa grandiosa de nuestros patriotas, la labor extraordinaria del libertador, sus bellas proclamas que han sido consideradas de una elocuencia comparable a la de los más grandes capitanes del mundo; y en fin, su paso victorioso entre amarguras sin cuento por sabanas desiertas y bajo el asfixiantes sol de los trópicos, por invadeables ríos y gigantescos montes, muchos de ellos no pisados por planta humana y coronados de argentina diadema. (Rincón, 1922, p. III)

Y, en segundo lugar, sin dejar a un lado la continua y constante explicación del realismo pastuso, se proponía rectificar el patriotismo posterior a la derrota realista:

Si en los tiempos coloniales hubo errores respecto de la apreciación de la independencia en varios lugares de la naciente República, fue debido a múltiples causas. La escasa y difícil comunicación de todos los ámbitos de la Nueva Granada con los cerebros de la revolución, la inexperiencia de nuestros libertadores, las divisiones políticas y acaso las ambiciones de algunos indisciplinados acerca de la forma de Gobierno, produjeron escisiones y odios de tal índole, que el Libertador inmortal más de una vez creyó impotente en la casi homérica y amarga brega de hacer “entrar en razón a los pueblos que no querían reconocer el Gobierno de la Unión,” más acertado separarse del mando antes que continuar en una situación de incalificable resistencia y terquedad. Pero poco a poco el genio de Bolívar, que no sucumbía ante los aplastantes golpes del infortunio, hizo germinar la semilla de la emancipación, unió las voluntades y la libertad política de un mundo fue brillante realidad. (Rincón, 1922, p. V)

Evitando realizar una crítica radical de dicha posición política asumida por los pastusos de la época a favor del realismo, Rincón (1922) se limitó a exponer los factores que explican su origen, enmarcándolos en un contexto más amplio que el simple fanatismo e irracionabilidad atribuida, y adicional a ello, el autor enfatizaba en la importancia del proceso de reconciliación con el proyecto patriota, siendo esta hazaña, al igual de en la obra de Guerrero (1919), producto esencial de la participación de Bolívar, quien solventó y subsanó aquellos móviles que hacían que Pasto y su Provincia se siéntense ajenos al proyecto patriota.

Continuando la línea interpretativa ya esbozada en Guerrero (1919) el autor desestima las interpretaciones que calificaban de paupérrima o estéril la jornada en cuestion y le restituye su importancia como aquel acontecimiento que erradicaría cualquier tipo de sospecha de realismo en la provincia.

Fiel al culto unipersonal de este tipo de historia, Rincón (1922) encaminó el relato a explicitar como las capitulaciones esenciales en el inicio de la vida patriótica en la región:

la capitulación de Pasto, generosa como todas las que concedía Bolívar a sus enemigos, dio entrada al Ejército colombiano en un país hasta entonces nunca hollado por las plantas de los patriotas, país que era entonces, como decía el Libertador, ‘Cadena de escollos en donde hombres por extremo tenaces defendían las posiciones más formidables que la naturaleza haya creado para la guerra’. Dos mil bravos combatientes de Pasto abandonaron las banderas del Rey y entraron al seno de la Republica. Bolívar apreció esta capitulación como el suceso militar más importante de la guerra del sur, y dijo que era preferible a diez victorias obtenidas en esta cadena de escollos. (Parafraseado de O’leary, tomo 19p. 298, en Rincón, 1922, p.246)

Esta premisa que define una de las bases historiográficas que configuran el culto bolivariano en Pasto, es enfatizada permanentemente por el autor:

La penosa situación de Pasto se trocó en himnos de alegría, se extinguió la guerra a muerte con su cortejo de miserias y renació una era de paz, de seguridad y de trabajo […] quedo sellada la libertad de un mundo. Todo era debido al genio de Bolívar, escogido para ese gran fin por la providencia (Rincón, 1922, p.246)

Esta obra se diferencia de otras de su género en la región al no basar la narración exclusiva o principalmente en fuentes secundarias, como sucede con Guerrero (1919). Contrario a ello, si bien el autor retoma trabajos con una carga de legitimación importante en la tradición historiográfica nacional e internacional como lo son los ya nombrados escritos de Restrepo (2009), Larrazábal (1918), José Manuel Groot (1953), Henao y Arrubla (1952) y Soledad Acosta de Samper (1908), entre otros, Rincón (1922) asigna un espacio considerable en su narración a la copia y trascripción completa de cartas, misivas y extractos de memorias que constituyen un gran corpus de fuentes primarias, que validan y verifican su narración. Ello hace que el peso de cada argumento dado por el autor, constantemente sea validado y verificado ya sea por la propia voz de Bolívar, u otro actor de aquella gesta, siendo la voz del Libertador la principal prueba empírica de lo narrado[5].

La obra de Rincón (1922) se encuentra abocada a la narración apologética de aquel Bolívar patriota, libertador y mártir que dista mucho de la imagen real del libertador. Recuérdese que, en la construcción de la representación de Bolívar, como refiere Carrera Damas (1969), se identifican dos figuras históricas, la primera, visible producto de la apologética bolivariana y la diatriba anti bolivariana, y, la segunda, la auténtica, sepultada sobre la primera, la cual remitiría a la imagen real del Libertador. En esta historiografía bolivariana el retrato autentico del sujeto histórico, no forma parte de los objetivos propuestos del culto heroico. En tal caso, aquel tipo de interpretaciones que humanizan a dicho individuo no hacen parte del relato oficial que se erige, ya que este carece de las características necesarias para heroificarlo.

Para sustentar la deificación de Bolívar, Rincón (1922) centra su obra en narrar la Batalla de Bomboná como el principal éxito militar en la ejecución de la Campaña del Sur. Para ello, adicional a la narración ya establecida de Restrepo en el decurso de la jornada del 7 de abril de 1822, el autor se detiene en exponer los hechos antecesores a aquel día, detallando la planeación de la empresa libertadora, el plan original de ejecución de la Campaña y las causas que provocaron que finalmente se diese curso por suelo patiano y pastuso. El detenerse en la narración de estos hechos, conlleva a justificar la decisión de Bolívar de continuar la campaña por tierra, pese a conocer las implicaciones militares de dicha elección, concluyendo que era una decisión no apresurada, sino la única posibilidad del éxito de la campaña.

Esto a su vez, discursivamente conlleva a que la obra no exponga el desarrollo de la Batalla de Bomboná como un fracaso evitable, como algunos autores para la época lo afirmaban, al contrario, en la narración de Rincón (1922) se re simboliza como un ejemplo de patriotismo y sacrificio planificado, que en el marco de una historia magistra vitae deviene en un elemento importante para la configuración del arquetipo del ciudadano colombiano del siglo XX, uno que disponga de su vida al cuidado y protección de su patria;

todo sacrificio que se haga por la Patria es santo, porque ella es la segunda madre que nos dio la naturaleza, conjunto sagrado de afectos, de lágrimas y esperanzas. Es, como dice el laureado poeta Quintana, idioma, religión, carácter nacional, aire que respiramos, sol que nos abriga, aura que solo nosotros percibimos, jugo nutrido de la tierra, aguas y cielo, esencia misteriosa sin la cual el árbol trasplantado se marchita en tierra extraña, y el ave se entristece y muere al verse en jaula aprisionada” (Rincón, 1922, p.249)

Los sacrificios de Bomboná, según plantea el autor, recuerdan aquel sino glorioso de Bolívar:

Hoy que con el favor divino nos congregamos a celebrar una de las más cruentas batallas de América, con los ojos del alma en el pasado, contemplamos la obra inmortal de Bolívar, llenos de asombro. Bolívar llevó en su alma el amor a la Patria hasta el sacrificio supremo. Mientras sus émulos gratuitos le perseguían de muerte, él les perdonaba […] y lo mismo hicieron algunos de sus tenientes. Sucre, el Abel colombiano, a quien la victoria arropó con su montón de gloria en mil combates […] Ser hombre grande es un martirio. La amargura que las más de las veces causan las glorias humanas, no se extingue del alma sino solo volviendo las miradas llorosas a Dios a través de peregrinación fugaz de la existencia. Cuando el cristianismo no impera en sus más delicadas manifestaciones, el hombre es víctima del hombre; y aquellos que por la excelsitud de sus obras sobresalen del nivel común, como incomprendidos que son por la generaldad de las gentes, son muchas veces arrastrados al suplicio por las pasiones humanas. (Rincón, 1922, p.248)

Es entonces aquel centenario, la posibilidad de renovar los deberes para con la nación, siendo la imagen de Bolívar el ejemplo obligatorio en la definición del amor patriótico, recordando así que la herencia de libertad que han dejado estos prohombres, requiere del amor incondicional por la patria, del cual, como refiere Rincón (1922) ha sido exiguo en los corazones de sus compatriotas

han pasado siglos y cuan poco hemos aprendido a sentir el amor a la Patria! Como una lucha estéril, llena de recriminaciones y de guerras fracticidas, ha hecho segar en flor no solo las vidas de nuestros padres de la Patria, sino las de muchos de nuestros coterráneos, verdaderas glorias de América” (p.248-249)

La obra finaliza en una plegaria casi religiosa en la cual se evoca al Libertador, como custodio permanente de la patria:

oh Bolivar! Padre de la Patria, “cerebro de los milagros y lengua de las maravillas,” alentád y unid nuestros corazones, salvadnos de nuestras pasiones e inspiradnos dulzura y humanidad para seguir nuestros destinos.

oh bolívar! El centenario de vuestra entrada triunfal a Pasto está diciendo cuan ciertas fueron las palabras del Padre Choquehuanca: “Bolivar!, Con los siglos crecerá vuestra gloria como crecen las sombras cuando el sol declina!” (Rincón, 1922, p.249)

Tanto Guerrero (1919) como Rincón (1922) contribuyeron localmente a oficializar el relato en torno a la Batalla de Bomboná, desde una interpretación que permitiese re simbolizar dicha jornada como un espacio de rememoración continua y permanente la cual mantenía vigente el patriotismo construido sobre la historia independentista y el arquetipo del ciudadano colombiano, erigido sobre la imagen deificada de Bolívar. Sus obras avaladas por la ANH despejaban cualquier atisbo de duda en el decurso de los acontecimientos, los cuales enmarañaban la memoria de aquella gesta. Adicional a ello, sentaban las bases para el reconocimiento del patriotismo de un pueblo pastuso que antaño se había hermanado en el proyecto de nación que Bolívar enarbolaba.

Si bien estas obras son fundadoras de una corriente interpretativa de corte patriota en el contexto regional y local, no son los únicos trabajos que, en el marco de Celebración del Centenario de Bomboná, se publicaron para la época. Un ejemplo de ello a nivel nacional, es la obra de don Rafael Negret (1921), miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia, “La campaña del Sur y especialmente la Batalla de Bomboná”, obra laureada por dicha institución en el concurso anual reglamentario de 1921.

Dicha obra, fiel a la tradición decimonónica narra la batalla como una de las principales victorias que determinaron el éxito de la “Campaña del Sur”, siendo la representación no solo del coraje y fortaleza del Libertador, sino el símbolo del ideal del sacrificio patriótico que la academia promovía[6]. Dado que no parten de la configuración del locus de enunciación regional, las obras se centran exclusivamente en presentar al libertador desde el arquetipo del héroe mártir. Representación que recuerda a aquella función social dada a estos ilustres muertos en el marco del moldeamiento de los valores del ciudadano y de la nación[7].

A nivel regional y local, la historiografía sobre la batalla se nutrió por otros trabajos que fueron publicados por algunos miembros de Numero en la época señalada: de Jesús Absalón Martínez (1922) “Batalla de Bomboná”, y con el mismo nombre los manuscritos de Luis Perdomo (s.f), Manuel Quiñonez (s.f) y Nemesiano Rincón (1922). Lamentablemente no fue posible para esta investigación localizar alguna copia existente de las obras mencionadas. Lo que en cuyo caso no permite aseverar que estos trabajos continúen con la tradición historiográfica de atizar el culto Bolivariano. Al igual que no es posible asegurar que estas sean o no parte de la corriente del revisionismo historiográfico, que, nacido de la misma condición de posibilidad de la historiografía patriota y solventado sobre una historia de los grandes héroes, invierte la interpretación de lo acontecido en Bomboná para argumentar que en realidad dicha jornada fue una de las victorias realistas más importantes en este sur occidente colombiano.

La única obra que para la época desarrolla este revisionismo es la ampliamente referenciada “Estudios sobre la vida de Bolívar” publicada originalmente en 1924, por José Rafael Sañudo, en plena década de configuración del culto bolivariano en Pasto. Sañudo es el único de aquellos hombres de letras que, siendo parte de la generación precursora en la escritura historiográfica de finales del siglo XIX, continúa ampliando su obra en el decurso del siglo consecuente. Este desarrollo de su producción historiográfica estaría acompañado de una profundización de la teoría de la expiación que había definido tempranamente en su novela “La expiación de una madre” publicada en 1894.

Para el año de 1910, Sañudo ya había esbozado brevemente su interpretación histórica de la independencia, matizada por la teoría de la expiación. Sin embargo, esta sería desarrollada a mayor profundidad tanto en sus “Estudios” como en su obra póstuma “Apuntes sobre la Historia de Pasto. Cuarta Parte. La independencia, 1808 a 1832”. La importancia de estas obras, en especial la primera de ellas, como expone Álvarez Hoyos (2006) “radica en haber puesto en tela de juicio la figura de Bolívar, en una época en que el culto a los mitos estaba muy bien cimentado y era considerado una necesidad para cohesionar el sentido centralista de la nación” (p.87). En tal caso, Sañudo en un esfuerzo único en la región y nos atreveríamos a decir, uno de los pocos a nivel nacional para la época, buscaba derrumbar del pedestal glorificado al Bolívar que la tradición historiográfica y su culto habían deificado.

La tesis básica del autor radicaba en poner en tela de juicio tanto la voz oficial de Bolívar en lo trascurrido en época independentista, como también aquellas versiones históricas realizadas por los panegiristas del Libertador que lejos de presentar lo acontecido tal como ocurrido, construían narraciones apologéticas cargadas de hipérboles y exageraciones que alimentaban esa imagen idílica del héroe patriota. Proceso de re simbolización, que cabe mencionar, era muy común en la historiografía tradicional que desarrolló el culto bolivariano, la cual lejos de agotarse sobre una definición especifica de las facultades que componen el carácter del Libertador, por la omnisciencia que se le atribuye, se seguía sedimentando permanentemente de apologías.

Sañudo (1949) construye una diatriba Bolivariana que lejos de ser antipatriótica como algunos de sus acérrimos críticos afirmaban, buscaba específicamente presentar a un Bolívar no mitificado, marcado por el error y el egoísmo.

Para ello, Sañudo (1949) revisitó entre otros acontecimientos aquellos usualmente centrados en alimentar dicha figura apologética del Libertador, entre ellos, la Batalla de Bomboná. En este caso el autor narra dicha jornada no como una de las victorias que contribuía en gran medida en la formación del culto al héroe, sino todo lo contrario, como una prueba irrefutable de que Bolívar a la vez que fue el causante de su propia desgracia, lo fue también para la del pueblo pastuso.

Sañudo (1949) sin desligarse de la condición de posibilidad del conocimiento histórico de la época, retoma parcialmente tanto las narraciones de la historiografía decimonónica, como también aquellos componentes retóricos y filosóficos que edifican el culto bolivariano y con ellos, reinterpreta la Batalla de Bomboná a través del lente hermenéutico anteriormente descrito, es decir, no construye una narración histórica de la independencia radicalmente diferente de lo escrito en especial por Restrepo o Larrazábal, sino que la matiza desde una interpretación en la cual se retoma la voz del realista pastuso como fuente esencial para comprender lo ocurrido, a la vez que se aparta de Bolívar como principal testimonio de lo ocurrido.

El autor no se escapa de la construcción de una historia de los grandes héroes, sin embargo, retoma dichos postulados para redirigir sus esfuerzos a atribuirle la causa de todos los males de la sociedad a sus dirigentes y jefes; en este caso particular a Bolívar. No simplemente definiéndolo como el motor de la historia, sino como aquel personaje que marchado por el crimen heredo a las generaciones futuras culpas y faltas que debían expiar, entre esas el estereotipo hacia el pastuso. Este tipo de yerros son para Sañudo (1949) contrarias al concepto atomista de Rousseu en el cual la suma de los pecados individuales constituye los pecados de una nación. Para el autor, lo que debe expiarse no tiene relación directa con los individuos que constituyen el cuerpo de la nación, salvo con aquellos que movilizan el decurso de la historia.

Para Sañudo, son estas culpas ajenas, la de estos héroes, las cuales han tenido que pagar por más de un siglo con sangre, aislamiento, indiferencia, falsedades e intolerancia un pueblo víctima de los deseos personalistas del libertador: ya lo decía, otrora, en 1910:

Nosotros los Nariñenses, y mayormente los hijos de esta Ciudad querida, con las premisas de esa ley histórica [la de la expiación], y ciertos de la amorosa providencia de Dios, que es especial sobre estos Pueblos, tenemos mayores motivos de presentir una éra de progreso y engrandecimiento. Pues, no fuimos parte en los errores colombianos, ni tenemos solidaridad alguna en sus delitos, ni nuestro pasado es un con Colombia, ni nuestras historias cuentan los fastos de la de ella: nuestros mayores, como el alcatraz que presiente las tempestades y despliega sus alas para combatirlas; conocieron que la Independencia no era oportuna, que aún no estaba el fruto colonial en su sazón (Sañudo, 1910, p.28)

En el caso de la Batalla de Bomboná la mala gestión militar, el poco sentido práctico de un ataque directo a la Provincia de Pasto y el deseo unipersonal de gloria del libertador, fueron los causantes directos de la pronosticada derrota de Bolívar en suelo consaqueño. Según Sañudo (1949), Bolívar peca de mal estratega, guiado por la codicia de la victoria y la necesidad de atribuirse para sí “todos los favorables éxitos” (Sañudo, 1949, p.106) de la campaña independentista.

Por otra parte, Sañudo (1949) fiel a una historia tamizada por una interpretación teleológica y moral del decurso histórico, observa en el desarrollo de la trama histórica el éxito o el fracaso como designio divino de la providencia, el primero como premio a aquellas sociedades fieles a los valores morales del catolicismo y el segundo, como castigo ante la barbarie y la muerte injustificada. Si por un lado la historiografía decimonónica patriota interpretaba su éxito como designo divino, el historiador por su parte, interpretaba el fracaso patriota igualmente como designio divino:

Mas el Dios de las victorias que premia no el cálculo, sino el cumplimiento del deber, se las concedió munífico en los campos de Jenoy y Bomboná, sin que valiese nada ni el genio de Bolívar ni el brío de sus soldados; no así la historia colombiana, ella inverecunda se unció al carro del postrer vencedor, para llevarle en triunfo al Capitolio, y ni un siglo de desdichas, ni amargas experiencias, ni porque Colombia carga con la herencia maldecida de su inoportuna guerra, la obligan a la glorificación del pueblo que maldijo. (Sañudo, 1910, pp.28-29).

Por otra parte, si bien se ha categorizado el pensamiento de Sañudo (1949) como ecléctico, en lo referido a la operación historiográfica del autor, específicamente a las practicas científicas que engloban su producción, su obra es heredera del positivismo empirista del siglo XIX, dado que el autor define la cientificidad de la historia, en la posibilidad de verificación de fuentes documentales primarias.

Sin embargo, y este es una de las condiciones historiográficas esenciales para entender la narración del autor sobre la batalla que nos convoca, Sañudo (1949) a diferencia de los otros autores que han continuado o se han nutrido de la tradición historiográfica decimonónica, es totalmente critico al proceso tradicional de fundamentar la narración independentista a partir de la voz testimonial de Bolívar. Para el autor los testimonios de Bolívar, no eran otra cosa que estratagemas militares injustificadas, falsificaciones de documentos, falsas noticias y un sin número de exageraciones que tienen el propósito ante todo de engrandecer su gloria personal. Un ejemplo de ello, lo señala Sañudo (1949) cuando Bolívar presa del ansia de gloria unipersonal, exalta su autoproclamada victoria en Bomboná como un éxito mayor al logrado por Sucre en la Batalla de Pichincha. Refiere el autor que, después de capitular en Pasto, el Libertador cuando llega a Quito es recibido con aplausos, discursos laudatorios y grandes honores

Estos agasajos y honores en que se olvidaba a Sucre, el vencedor en Pichincha, calmaron en Bolívar el escozor que tenía por sus humillaciones en Bomboná, comparadas con aquella victoria de un teniente suyo, hasta entonces apenas conocido. Así dióse a exaltar los méritos de la entrada a Pasto; y por eso, el mismo día 8 de junio hizo que su Secretario Pérez, escribiese al de Guerra de Colombia que “Su excelencia cree que la capitulación de Pasto es el suceso más importante de la guerra del Sur; (y ya sabía que fue efecto de la victoria de Pichincha) y ha dicho que es preferible a diez victorias, en esta cadena de escollos”. (Sañudo, 1949, p.128)

Al referirse a lo dicho por el Libertador en varias de las misivas enviadas a Santander u otros, Sañudo (1949) refiere lo siguiente:

Pero se dirá ¿Si Bolivar fue roto en Bomboná, como el 15 de abril dio órdenes al coronel Lara, fechadas en Cariaco, para que se le uniera con su columna, y las de José María Córdoba, y Paredes, diciéndoles que ha obtenido un triunfo glorioso, tomando el campo de Cariaco? A lo que se responde que en todo el curso de esta Historia se ve que la veracidad no era la virtud de Bolívar, mucho menos en caso de paliar un gran desastre como el de Bomboná, que varias veces se atribuyó victorias que no obtuvo, y exajeró ventajas que apenas alcanzó. (p.121)

Sobre dicha premisa, el autor reinterpreta los pormenores de la batalla, en una permanente revisión de lo dicho por Bolívar a partir de otras fuentes documentales:

Los historiadores de América han sostenido que Bomboná fue una victoria de Bolívar; y así, por sus proclamas, acreditó éste semejante aserto; pero hay razones que convencen lo contrario. Ya es bastante la destrucción del ejercito de Bolívar, que habiendo salido de Popayán, con tres mil hombres, aunque muchos dejó en los hospitales de Miraflores y Taminango, llevó al combate 2400; de los que sólo regresaron 1300; por lo cual dice Restrepo: “Esteril triunfo, que había costado muy caro”; y añade: “Desde el mes de diciembre de 1821, hasta el 22 de mayo de 1822; envió el gobierno de Colombia al Libertador 130 oficiales y 7314 hombres. Apenas existían cosa de 4000. De aquí se puede inferir cuanto consumiría esta campaña y cuan grandes eran los sacrificios que costaba”. Obando, en su Autobiografía escribe: Al día siguiente (del combate) se me comunicó la orden de reunir los restos de la División de Vanguardia, y que presentara el estado de su fuerza, el cual alcanzó a 160 hombres, resto de 1100 de que constaba el día anterior”. Cuenta además que al presentarlo, notó que Bolívar redactaba el boletín de batalla, con elogios extraordinarios a favor de los venezolanos que apenas combatieron; por lo que, airado de su favoritismo por estos, le dijo que “ni un cabo de cuadra habría dado aquella batalla, en donde solo por capricho se había sacrificado 900 granadinos” […] Pero no es esto sólo, cartas de aquellos no dan a entender una victoria, sino un rechazo de Bolívar (Sañudo, 1949, pp.117-118)

El juicio crítico de Sañudo (1949) imposibilitaba seguir construyendo la narración de la Batalla a partir de las fuentes testimoniales de Bolívar. Dado que en su mayoría las bases documentales utilizadas, que refieren a misivas y correspondencia cruzada del Libertador, no describen más que su interpretación subjetiva y parcial de lo acaecido.

Contrario a ello, el autor, en un ejercicio de triangulación de documentación histórica, sin que ello implique que su obra presente una versión neutral de lo sucedido, reinterpreta la batalla a través de otro tipo de fuentes generalmente no retomadas, como lo eran los testimonios realistas. Más aún, Sañudo fiel ejemplo de la aun presente influencia del empirismo positivista que fundamentaba la tradición historiográfica decimonónica del siglo XIX y la académica del siglo XX, para explicar a quien se le atribuye la victoria en Bomboná, asume que es posible el esclarecimiento de los hechos a través de remitirse a lo acontecido en sí mismo, sin ningún tipo de mediación interpretativa, es decir, a lo real-acontecido (utopía de la historiografía decimonónica):

Pero para decir si Bomboná fue un triunfo o no de Bolívar, mejor que cartas o testimonios de interesados, nos los declará el mismo hecho. Considérese, que hablando de un ejército, aquel es vencido, que aunque consiga ventaja táctica, no obtiene el objetivo estratégico que se propone… Adémas, no solo no tuvo el logro de su propósito, sino que, intimado por su enemigo, retrocediese por donde había venido, hubo forzosamente de hacerlo; humillación que no sufre un vencedor, y no como quiera, sino quebrantado en sus fuerzas casi en su mitad y perseguido, por los supuestos vencidos, hasta situarse en el Peñol, nótese bien, atrincherado, Y el supuesto vencido no solo le intima el retroceso, sino que tiene campo de devolverle las banderas tomadas, y de cuidar de sus heridos, con suma generosidad. Con razón Groot, para explicar la intimación de García, que según dice “Tomando el tono de vencedor intimó al Libertador que se retirase con sus tropas a Popayán, sino quería perecer”, no acude a otro recurso que juzgar que probablemente el humo de Bomboná había trastornado su cabeza. (Sañudo, 1949, pp.120-121)

Sobre las consecuencias de la Batalla, el autor nuevamente arremete contra el testimonio de Bolívar, afirmando que: no fue la supuesta victoria en Bomboná y el avance patriota en suelo nariñense lo que obligo a los pastusos a aceptar las capitulaciones, (siendo esta, en la historiografía tradicional una prueba del éxito patriota). Para Sañudo (1949) la noticia de la victoria de Sucre en suelo ecuatoriano fue el verdadero móvil que conllevo a que el Cabildo de Pasto tomase la decisión de claudicar ante las tropas patriotas cercanas. Aquella tesis discursivamente lograba lo que Bolívar buscaba evitar, que las glorias de las gestas patrióticas de otros prohombres de la patria no acaparasen su propia imagen. En dicho caso y asumiendo que el fracaso de Bolívar no fue condición para el éxito de la liberación de Colombia, la imagen sacralizada del principal libertador de la nación, daba paso a la presentación de una diatriba más humanizada en la cual las exageraciones y sus falsedades del Libertador no fuesen tomadas como fuentes verídicas para el conocimiento de lo acaecido.

Esta perspectiva de una victoria realista, sin el anclaje bolivariano y en la cual se desvirtué el estereotipo hacia los pastusos, es retomada por José Rafael Zarama (1927) quien en una muy breve reseña historia de la región describe que:

Derrotadas en Jenoy las fuerzas republicanas en 1821, el Libertador quiso tomar a Pasto y en la sangrienta batalla de Bomboná, el 7 de abril de 1822, perdió casi todo su ejército y tuvo que retirarse. Después del triunfo de Sucre en las faltas del Pichinca, Pasto capituló y Bolívar entró a la ciudad” (p.54).

Nuevamente resaltando que la capitulación de Pasto no es un triunfo de Bolívar, sino una causa del éxito de Sucre en el norte del Ecuador.

No se puede desconocer el impacto de la obra de Sañudo y la influencia que esta tuvo en la construcción de la segunda corriente interpretativa, que hasta nuestros días encuentra continuadores. Sin embargo, no se debe asumir que la obra de este historiador narra la verdad de lo acaecido otrora. Sañudo al igual que los demás hombres de letras no escapa a su contexto de producción. El autor presenta una versión nacida de una filosofía de la historia particular, la cual reinterpreta lo real-acontecido configurando un cuerpo narrativo de acontecimientos que justifican su teoría de la expiación. Si retomásemos lo referido por Carrera Damas (1969) en relación a la imagen histórica del Libertador, la obra de Sañudo no presenta la imagen histórica del libertador (lo real-acontecido), dado que esta no es posible conocerla en nuestro presente, por la misma naturaleza de lo acaecido. Al contrario, el autor edifica una diatriba de Bolívar previamente definida a partir de su filosofía de la historia (lo real-relatado), lo que en cuyo caso provoca que la interpretación de los hechos este anticipadamente delimitada. En otras palabras, la vida de Bolívar y en este caso los sucesos desarrollados en la Batalla de Bomboná, no son conocidos a través de una lectura documental objetiva, sino que se procede de forma inversa, las huellas del pasado que reposan en los documentos son leídas desde una prefiguración teórica e ideológica que reconstruye el pasado y lo reorganiza acorde a dicho marco interpretativo.

Lo más importante del trabajo de Sañudo, se halla en la apertura que este da a nuevas posibilidades en la lectura de lo pasado, ya sea desde la exploración de revisionismos que discutiesen la historia tradicional o en la crítica a la imagen de Bolívar, que anteriormente no había tenido mayor impulso en la región. El autor al desmitificar la imagen del Libertador, agencia nuevas interpretaciones que cuestionan aquello que anteriormente simplemente se imponía, como lo era la configuración del patriotismo o la definición de una nación homogénea. El legado de la obra de Sañudo permite repensar el pasado como un lugar en permanente revisión, a su vez que crea un escenario esencial para el desarrollo de polifonías históricas, las cuales nutren los debates en torno a la definición de una identidad regional y en la reconstrucción de una historia local y regional.

Si bien estas tres son las obras pioneras en la construcción de corrientes interpretativas sobre Bomboná, la Batalla no deja de ser un objeto de estudio de constante y reiterativa revisión.

En la década posterior, por ejemplo, se localizaron seis artículos que amplían la historiografía regional sobre dicho acontecimiento: de Leopoldo López Alvarez (1930), se publica en el BEH, Vol. 4, No. 39-40, “Bomboná e Ibarra”, cinco años después en las páginas de la misma revista, en el Vol. 6, No. 69-72, del miembro honorario del CHP, Vicente Lecuna (1935), se transcribe “Campaña de Bomboná”. Para mayo de 1936 en el Vol. VII. No.75-77, con continuación en el Vol. VII. No.78-80, se publica de José Le Gouhir y Rodas “La vendea americana”. Finalmente, del miembro de número Emiliano Díaz del Castillo, en la Revista de Historia, Vol. V. No.30-31 de 1954, se publica “La Batalla de Bomboná” y en el mismo número, también de Díaz del Castillo, circula “El General Pedro León Torres” una breve biografía enfocada en homenajear las acciones militares del patriota en la Batalla referida.

Si bien la mayoría de estos artículos no agregan nuevos datos históricos a las narraciones ya conocidas, algunos de ellos, plantean una que otra distinción particular en la interpretación dada a la batalla. De estos trabajos destacamos los siguientes:

En “Campaña de Bomboná” de Vicente Lecuna (1935), el autor se propone describir y narrar los pormenores de la jornada, que determinaron no solo el éxito de la empresa, sino también todos aquellos factores que incrementaron la dificultad y el costo de la victoria. El artículo en información histórica no arroja muchos datos significativos, sin embargo, si resalta la tesis ya trabajada por Rincón (1922), la cual refiere que los costos en vidas humanas, tiempo y recursos de continuar aquella campaña por territorio pastuso no eran desconocidos por los patriotas. Siendo entonces un sacrificio previamente contemplado en el proceso de liberación del sur.

En relación al trabajo de López Álvarez (1930) este aporta una nueva arista de análisis en torno a la configuración de la historia vernácula en Pasto. López Alvarez, continuando con el revisionismo histórico desarrollo tanto en “Campaña del Sur y destrucción del ejercito patriota” (1914) como también en “La Batalla de Cuaspud” (1915), en esta oportunidad narra los pormenores de la Batalla de Bomboná, con el objetivo de exponer las consecuencias directas de aquel acontecimiento en el decurso no solo de la Campaña del Sur, sino también en torno a las derivaciones para Pasto y la Provincia de los Pastos. Lejos de ser una interpretación centrada completamente en la apologética bolivariana, no se detiene en aquella argumentación. El articulo explora una correlación de acontecimientos históricos que van más allá de la firma de las capitulaciones y la creencia de la adopción completa del patriotismo en la región. El autor describe el desgastante decurso de acontecimientos que prolongaron la guerra en Pasto, que contrario a la narración de Guerrero (1919), no cesan con la Batalla de Bomboná, sino que se prolongan dos años más, resquebrajando la paz obtenida por los pastusos[8], culminando con la fatídica “Navidad Negra” (1822) y la ejecución y captura de las milicias realistas de Agualongo (1824).

A diferencia de las narraciones de Negret (1922), Restrepo (2009), Larrazabal (1918), Guerrero (1919) o Rincón (1922) las cuales pasaban por alto y omitían una posible relación causal entre la Batalla de Bomboná y la “navidad negra”, preservando la sacralización moral de Bolívar, Leopoldo expone una relación explicita existente entre uno y otro acontecimiento. Sin eliminar el culto heroico, López Álvarez (1930) humaniza a aquel padre de la patria al cual la historiografía decimonónica en general había justificado todas sus decisiones y motivaciones.

La presentación de los acontecimientos que precedieron al triunfo patriota en Bomboná, si bien preservan el canon de una historiografía de los grandes héroes, matizan el culto patriota a partir de la exposición de ciertos acontecimientos que se describen como excesivos y crueles. El trabajo no niega lo imperativo y lo necesario de la pacificación de Pasto para el decurso de la “Campaña del Sur” según lo concebía la historiografía de corte decimonónico y academicista, tampoco aboga por la defensa de los insurreccionados realistas, los cuales, según el historiador, son unos de los causantes de la perdida de la paz en la región[9]. No obstante, y contrario a la interpretación maquiavelista de la historia, en la cual el fin manifiesto del héroe justifica sus acciones, López Alvarez (1930) subraya la tesis que afirma que ciertos acontecimientos derivados de las decisiones militares de Bolívar y Sucre, desencadenaron innecesarios vejámenes que causaron una gran herida histórica en la población, como lo fue la “Navidad Negra”:

Ocupada la ciudad, las tropas se dedicaron al saqueo y especialmente los soldados del Batallón Rifles cometieron todo género de violencias. Los mismos templos fueron campo de muerte. En la iglesia Matriz le aplastaron la cabeza con una piedra al octogenario Galvis, y las de Santiago y San Francisco presenciaron escenas semejantes. Las armas de la Republica se deslustraron con actos de barbarie, y el 24 de diciembre de 1822 quedó grabado en el corazón del pueblo con la frase conocida: la entrada de los rifles. La proverbial generosidad de Sucre tuvo en Pasto su hora negra. (López Alvarez, 1930, p.115)

Según la crítica de López Alvarez (1930), con aquella pacificación y las severas medidas adoptadas para Pasto y la Provincia de los Pastos por la no rendición de los militantes realistas aún presentes, Bolívar construyo un tipo de paz, que solo era posible con la pacificación forzada de este sur, y de la cual el prócer se enorgullecía. A partir de ello la narración del artículo se centra en hacer visible la imagen de un héroe humanizado, que lejos de ser una figura perfecta, se matizada por la marca del error y las decisiones radicales. En tal caso, el articulo finaliza recordando que la liberación de este sur no está exenta a erigirse sobre la destrucción y sacrificio excesivo de los hombres y mujeres: “Ciertamente, ya no levantarían la cabeza los muertos; pero todavía costó esta guerra mucha sangre, y solo en el año de 1824 se pudo decir con verdad que Pasto había dejado de ser un peligro para la Republica” (López Alvarez, 1930, p.125).

A manera de cierre

Teniendo en cuenta que la Batalla de Bomboná ha sido desde el siglo XIX hasta la actualidad uno de los objetos de estudio mayormente revisitados de la época independentista, tanto en la historiografía nacional, como en la producción historiográfica local y regional, el estudio de su escritura y de las interpretaciones dadas a la jornada son, para el análisis historiográfico, una posibilidad muy interesante, dado que permiten, más allá de la constante y reiterativa revisión acontecimental de los hechos, dar cuenta de aquello que los historiadores en sus contextos de producción y desde un lugar social especifico han observado de lo pasado. Es decir, más allá de darnos cuenta de los “hechos empíricos”, “que se constituye[n] a través de la memoria vivencial” (Mendiola y Zermeño, 1996, p.180), y que pertenecen a lo “real-acontecido”, el estudio de estas obras permite indagar en las particularidades de lo real-relatado; cómo los “hechos históricos”, o, en otras palabras, “lo que constituye propiamente la memoria histórica” a los cuales se referían Mendiola y Zermeño (1996), son determinados por diferentes tipos de intencionalidades. Siendo entonces aproximaciones parciales de lo acontecido y no ventanas neutrales al conocimiento de lo pasado.

En tal caso, y a partir de esta perspectiva historiografía que se sustenta sobre la observación de segundo orden desarrollada por Alfonso Mendiola y Guillermo Zermeño (1998), es posible establecer que todas las versiones rastreadas en el presente trabajo no pueden ni deben ser pensadas como obras objetivas que relatan y describen pormenorizadamente los sucesos tal como acontecieron. Son, en realidad, aproximaciones matizadas por contextos de producción específicos, propósitos discursivos y políticos, y un sinnúmero de cargas subjetivas que son prácticamente imposibles de desligar de la escritura historiográfica.

Para el contexto de la producción del CHP, las dos corrientes interpretativas que se desarrollan en las dos primeras décadas del siglo XX: la apologética del Libertador con Gustavo Segundo Guerrero y Nemesiano Rincón, y la diatriba de Sañudo, si bien nacen de un mismo lugar social determinado por las relaciones entre el proyecto historiográfico de la ANH y las marcas culturales propias de la región sur occidental del país, son a grandes rasgos, fuentes de estudio que nos muestran aquellos móviles que agenciaban la producción historiográfica en el sur.

En tal caso, el propósito de este trabajo no es, como usualmente ocurre en trabajos historiográficos que revisitan un objeto de estudio determinado, el de enjuiciar cada una de las versiones rastreadas o verificar la información histórica que dichas obras exponen para así determinar cuál de todas ellas narra el pasado tal cual como sucedió. Alejados de este tipo de estudios de contenido, el presente artículo buscaba analizar aquellos marcos interpretativos que sustentaban una determinada narración, a través de subrayar el lugar social que compone una operación historiográfica (como componente esencial de un estudio historiográfico).

Al darle relevancia a las condiciones contextuales, como también a la función social asignada a la historia, a los propósitos ideológicos que movilizan un determinado proyecto historiográfico, a los espacios de experiencia colectivos de una comunidad, a la carga institucional de aquellos órganos encargados de organizar la historia de la nación o a los móviles políticos, los estudios historiográficos promulgan la configuración de una cultura historiográfica crítica, en la cual puedan, ya sea el lector especialista, el lego o el amante de la historia, aproximarse al pasado sin la necesidad de revivir viejas retahílas radicales, ni viejos fanatismos que han poblado las discusiones en torno a nuestra historia. Entendiendo toda obra histórica como una aproximación parcial a aquel pasado que por definición es irrecuperable.

Véase también

Referencias

  1. Este artículo hace parte de la investigación titulada “El Centro de Historia de Pasto en la consolidación del saber histórico regional y local. Notas para un estudio de la historiografía nariñense, 1910 a 1954”. Trabajo en curso, para optar por el título de Magister en Estudios Latinoamericanos, en el Centro de Estudios e Investigaciones Latinoamericanas-CEILAT, adscrito a la Universidad de Nariño.
  2. “Lo que tenemos en la historia no son hechos aislables, clasificables puramente en términos cronológicos, como instantáneas fotográficas, sino acciones en proceso, cuyo significado oscila entre lo que sucede y lo realmente sucedido. Desde esta perspectiva se construyen las nociones con las que trabajan los historiadores. Frases como: Los hombres del siglo XIII eran medievales, no es pensable para sus contemporáneos, sino para los historiadores que, desde una perspectiva de futuro pasado, así los denominaron. O una frase ejemplar que no es pronunciable en el momento en que sucede y que solo es posible hacerla desde el término de la acción o del futuro, es: ahora, en 1632, parto a la guerra de los 50 años. El atributo añadido a la acción de marchar a la guerra o de escribir un libro, solo es posible a posteriori, cuando la acción termino. O, por ejemplo, el paso de Cesar por el Rubicón, el 17 de diciembre del año 50 a.C., es un hecho cuyo gesto es relevante por su significado posterior: el hecho de haber desencadenado la guerra civil. Este, es un gesto de historiador y no de Cesar. Esta forma de hablar de las acciones del pasado es posible gracias a la distinción entre lo real-acontecido, enmarcado por la intencionalidad o plexo del sentido del que va a la guerra en el siglo XVII, y lo real-relatado, enmarcado por la intención del relatante, de quien en el siglo xx escribe la historia de las guerras religiosas en el siglo XVII, después de que estas ya habían terminado y se conocía su duración” (Mendiola y Zermeño, 1996, pp.180-181)
  3. Para la reconstrucción de la nómina completa se recurrió a los siguientes documentos: López Álvarez, L y Elías Ortiz, S. (1927). Centro de historia de Pasto. Acta de instalación. Boletín de estudios históricos, Vol. 1. No. 1, p. 4-7; Ortiz, S.E. (1931). Informe anual del secretario del Centro de Historia, correspondiente al año 1930-1931. En Boletín de Estudios Históricos, Vol. IV (45): 319-322; Ortiz, S.E. (1932). Informe anual del secretario del Centro de Historia, correspondiente al año 1931-1932. En Boletín de Estudios Históricos, Vol. V (50) 40-42; Ortiz, S.E. (1934). Informe anual del Señor secretario del Centro. En Boletín de Estudios Históricos, Vol. V (54): 161-165; Ortiz, S.E. (1934). Informe anual del Secretario Perpetuo del Centro de Historia. En Boletín de Estudios Históricos, Vol.VI (63-65): 134-139; Ortiz, S.E. (1935). Informe anual del secretario perpetuo del Centro de Historia. En Boletín de Estudios Históricos, Vol. VII (73 y 74): 1-6; Ortiz, S. E. (1941) El centro de historia de Pasto en su trigésimo aniversario de fundación. En P.M. Davalos y C. Vargas. (Eds), Colombia en el Sur. (pp.121-130). Pasto, Colombia, s.n; Ortiz, S.E. (1942). El centro de historia de Pasto en su trigésimo aniversario de fundación. En Revista de Historia, 1 (1): 116-129; Ortiz, S.E. (1944). Centro de Historia. En Revista de Historia (3-4): 103-104; Díaz del Castillo, E. (1954). Notas. En Revista de Historia. Vol. V. (28 y 29):214-216
  4. “Artículo 6. Ábrese un concurso literario sobre historia de la Batalla de Bomboná. Este concurso que se hace extensivo a toda la Nación, será organizado en todos sus detalles por la Junta encargada de los festejos del centenario que trata esta Ordenanza. Será premiada con medalla de oro y $200,00, la mejor monografía que se presente, publicada a costa del Departamento y repartida en todas las escuelas” (Ordenanza número 21 del 12 de abril de 1921, transcrita en Rincón, 1922, p.259).
  5. La historiografía decimonónica recuérdese que se construía y legitimaba a partir de documentos y escritos propios de los actores y figuras deificadas del proceso independentista. Como expone Carrera Damas (1969) “Bolívar no es solo el principal actor de ese proceso, sino que es también su principal testigo, a diferencia de lo que acontece con otros primeros actores de la historia. Al menos, en tal lo ha convertido la historiografía tradicional, ceñida de manera servil y anticientífica a su rico y elocuente testimonio, expresado en una obra abundante y, sobre todo, continua, que ha proporcionado el esquema al parecer ineludible para la reconstrucción historiográfica de la Emancipación […] La historiografía bolivariana ha obtenido así su mejor triunfo en el campo de la heurística, al conseguir, por una parte convertir el testimonio de Bolívar en el canevás necesario que ya hemos mencionado, y, por otra, al hacer parecer todos los demás testimonios como meramente complementarios” (pp.70-71). En la obra posterior de Rincón (1939), el presidente de la Sociedad Bolivariana del Ecuador, el general Chiriboga, en su texto introductorio se refería en términos similares a dichos testimonios: “Las cartas de los grandes hombres se han considerado siempre como la parte más importante de sus obras, concepto éste de imponderable acierto” (p. 20)
  6. Al respecto citamos las palabras de Negret (1921) “Bomboná no fue justamente el hecho culminante de la campaña del Sur, pero bien está que la Academia Nacional de Historia haya fijado particularmente su atención en ese importante hecho de armas, tanto por haber sido el último en territorio de nueva granada, como por su trascendencia y porque fue en realidad de verdad el primer escalón de los cinco que hubo de saltar hasta la redención del Callao; y porque fue dirigida personalmente por Bolívar” (p.118). Más adelante expone: “Quienes han criticado la batalla de Bomboná ¿han meditado en las razones que obligaron al Libertador a darla? ¿han dicho con acierto y justicia cual habría sido la solución? Criticar es muy fácil, conocidos ya los resultados. Pero es muy difícil apreciar la situación del momento, tomar una resolución y llevarla a término. Bolívar ni vacilaba ni media los detalles: llevaba una idea en su gran cerebro y la voluntad de realizarlo” (p.161)
  7. Recuérdese que, en la historiografía decimonónica, como en aquella que sigue dicha tradición, se ha recurrido al uso hiperbólico de ciertas imágenes, mitos y estereotipos para contribuir a esa función social previamente asignada a los grandes prohombres de la patria. Como refiere Tovar Zambrano (1997) la muerte de los patriotas por defensa de la patria, desde el siglo XIX, se concebía como un componente esencial de identificación en la forma de la patria libre. Morir por la patria, era el acto de amor mayor para con la nación. En tal caso, era imperativo el reconociendo perpetuo de estos héroes, convertidos en ejemplo moral para los nuevos ciudadanos.
  8. En varios apartes, López Alvarez (1930) difumina el estereotipo difundido en la historiografía decimonónica, que atribuía a los pastusos las características de combativos, irracionales y belicosos, describiendo una sociedad que para 1822 ya estaba cansada de la guerra y que buscaba la preservación de la paz obtenida. Por citar un ejemplo, cuando se anuncia el avance de Bolívar a Pasto, antes de la jornada de Bomboná, como medida preventiva para la conformación del cuerpo de defensa realista, se “tocó llamada general”, que implicaba “ver la plaza de Pasto rebozando en hombres, las calles llenas de mujeres que llevaban las armas de sus maridos y los caminos de los pueblos aledaños pletóricos de indios pastusos que venían a luchas por su Dios y por su Rey. Pero en esta ocasión, las calles, las plazas y los caminos estaban desiertos: señal de que esta guerra no era popular. En efecto, el pueblo estaba cansado de morir, hastiado de servir, aburrido de esperar lo siempre prometido y siempre lejano. La recompensa por los triunfos sobre Caicedo, Macaulay y Nariño se redujo únicamente a conceder al Cabildo de Pasto el Tratamiento de Mariscal de Campo. (pp.105-106)
  9. Todo hacía pensar en la estabilidad de la paz y en la sujeción de los pastusos a la republica […] pero, para desgracia de Pasto, logró fugarse de Quito el Teniente Coronel Benito Boves en compañía de varios oficiales españoles y se coló en la ciudad gritando: ¡Viva Fernando Séptimo! [...] la presencia del jefe realista despertó en todos los pechos los viejos rencores; el clero renovó los viejos sermones prometiendo el cielo a los matadores de insurgentes, y a la suave atmosfera de paz que respiraba sucedió la tempestuosa de la rebelión. Males sin cuento iban a llover sobre Pasto, y tan terribles llegaron, que la historia los recuerda con horror por la crueldad repugnante de que se hizo gala” (López Alvarez, 1930, p.114). El autor no deja de presentar al autor como incitador de la violencia que se avecinaba, a la vez que fue generador directo de otro tipo de violencia; Boves “recorrió la Provincia de los Pastos, haciendo que sus soldados cometieran toda clase de depredaciones” (López Alvarez, 1930, p.114)

Bibliografía

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Créditos

  • Edgar Andrés Vallejo Erazo. 2023. Licenciado en Ciencias Sociales. Maestrante en Estudios Latinoamericanos. Centro de Estudios e Investigaciones Latinoamericanas-CEILAT Universidad de Nariño